Tiempos de crisis: lo bueno mejora, lo malo empeora

miércoles, 30 de septiembre de 2009

El joven solo miraba estupefacto a Suzu.
Esta, levantándose de su asiento, dijo amablemente:
“¡Hola! Soy Suzu Yoshinori, mucho gusto”- sonría y parecía ser completamente otra persona, de hecho tenía puesto hasta un vestido verde oscuro; muy diferente a su aspecto intimidante de días anteriores. A pesar de su acento extranjero, hablaba muy fluidamente.
“Mucho gusto”-respondió Lahel sin ganas de hacerlo. Mirando a su madre prosiguió: “Voy a dejar el maletín en mi cuarto, ya vengo”
Subió rápidamente a dejar las cosas a su cuarto, mientras en su mente pensaba el por qué de la aparición de Suzu en su casa. Sospechaba que tal vez algo malo estaba pasando. Ni siquiera se percató de la presencia de sus hermanos, por estar dándole vueltas al asunto.
Bajó nuevamente luego de dejar su maletín tirado en el piso de su cuarto.
Volvió a la sala y se sentó al lado de su madre, en el sillón en el que ella estuviera sentada, uno frente a ese en el que estaba sentada Suzu.
Aún su madre hablaba con la joven. El muchacho, como forma de indagar qué era lo que estaba pasando preguntó cómo se habían conocido.
Entre su mamá y la muchacha le explicaron que se conocieron en un curso que estaba dando la madre de Lahel de maestría en la universidad, y a Suzu la habían transferido como una evaluadora del curso, una forma de validarlo en el extranjero; esto a pesar de que en un momento Suzu afirmó tener solo 24 años. Este hecho le causó un poco de molestia a Lahel que ya con casi la misma edad, aunque Suzu era mayor; aún no estaba cerca de terminar su carrera. Estaría solo unos días en los apartamentos cercanos a la casa del joven por mientras se le conseguía una casa en otro lugar.
Lahel sentía en el fondo que todo era un plan de Lucio para algún fin; como siempre, todo parecía planeado con todo el detalle posible.
La madre del joven se levantó luego de aquella historia y dijo:
“Voy a ir un momento a comprar algo para la comida, por favor atendé a Suzu mientras vengo”
El muchacho asintió con la cabeza. No pudo esperar más que a escuchar que su madre había encendido el auto para comenzar a interrogar a Suzu.
“¿Por qué estás aquí? ¿Por qué te metiste en el curso de la U? ¿Con qué propósito? ¡Yo no quería que te metieras con mi familia!” Suzu solo le miraba algo seria, diferente a la expresión que tenía cuando estaba dialogando con su madre. La luz del atardecer se mezclaba por unos ventanales de aquella sala.
Lahel se había agitado un poco. La joven respondió con vos muy baja y sumamente clamada, a pesar de tener un tono igualmente serio:
“Lo siento, no fue mi intención. Yo solo sigo las órdenes de don Lucio.”
“¡¿Y para qué quiere Lucio que te metás con mi familia?!”-respondió alzando la voz.
Recordó súbitamente que sus hermanos se encontraban en la casa, por lo que comenzó a hablar en voz baja:
“¿Qué objetivo tiene esto que están haciendo?”
Suzu suspiró lentamente:
“El problema es este: Hace 7 años Lucio, Alfonso el primo de don Lucio tuvo un problema con este porque estaba cansado de tener que pertenecer a una Familia con reglas y quería que en vez de tratar de “jugar de buenos”, usaran todo el poder e influencias que tenían para hacer una guerra para unificar a todas las demás Familias del mundo y poco a poco convertirse en la más poderosa; además propuso invertir en negocios ilícitos a gran escala para conseguir recursos para tales fines.” A Lahel le parecía un poco interesante la historia hasta este punto, pero no quería saberla en realidad. Uno de sus hermanos, el menor, pasó un momento por en frente de la sala, fue a la cocina, que quedaba a un lado de la misma. Parecía que ya había saludado a Suzu por que no dijo nada; tomó un jugo de la refrigeradora y se devolvió a su cuarto.
Suzu prosiguió: “Por supuesto, don Lucio se opuso rotundamente y en unos meses, su primo reunió a todos sus subordinados y otras personas dentro de la Familia que lo ayudaron a tratar de tomar el mando atrapando a don Lucio, pues su primo no quería matarlo de ser posible. En ese tiempo, en que los desertores hicieron su intento de derrocar a don Lucio, el estaba en alguna parte de la Antártida, por lo que no se llegó a saber nada del enfrentamiento; aunque fue de una magnitud enorme y duró alrededor de tres días.
Por supuesto, don Lucio ganó la “Guerra”, pero muchos de los aliados y el mismo Alfonso se retiraron al exilio y no se volvió a saber de ellos hasta ahora…-Lahel ya estaba sospechando lo que seguiría, pero no pasó de suspirar y recostarse en el respaldar del sillón- Hace alrededor de 4 días, don Lucio recibió informes de rumores en ciertos lugares que Alfonso había logrado saber de su nombramiento oficial como sucesor de la Familia, y parece que no está nada contento por ello y quiere deshacerse de usted, por que ni siquiera es hijo o familiar de don Lucio, y no quiere que a un joven le den el puesto que quiere para el. Por esto mismo, don Lucio quiere asegurarse de protegerlo lo mejor posible a usted y a toda su familia; por eso mismo prefirió implementar ciertas medidas que había pensado”
El joven estaba un poco nervioso, aunque no sabía muy bien qué pensar o sentir.
“Entonces ¿cuando va a atacar?, o ¿cómo nos va a proteger Lucio si atacan la casa directamente?”-dijo Lahel frustrado, pues estas últimas palabras le habían recordado el sueño que le había mortificado unos días antes; no solo era el miedo a lo que podría pasar, sino también el miedo a si mismo.
La joven miró hacia un lado, a una mesita con un mantel blanco que estaba a su izquierda. Había sobre ella un vaso medio vacío un algún refresco.
“Don Lucio está haciendo un esfuerzo enorme para intentar localizar a su primo o descubrir los movimientos que ha estado haciendo, por que hay sospechas de que ha obtenido algunos recursos nuevos desde la vez anterior.”
“¿Y entonces?”-replicó el muchacho.
“Mañana se van a anunciar unos ganadores de un premio para cuatro personas de cuatro días en un hotel de lujo, que resulta ser de la Familia, por lo que don Lucio pretende hacer que su familia gane el premio, y tengamos libertad de movimiento para prepararnos para todo sin estar pensando en civiles, usted no va poder ir por supuesto, por que tiene un ‘examen’, y sus hermanos no van a tener problema en ir por que solo tiene que perder un día de clases ya que el lunes siguiente es feriado.”
‘Solo yo me tengo que quedar para arriesgar mi vida mientras ellos se van a vacacionar…’-pensaba Lahel, sabiendo muy en el fondo que era algo necesario, para dar la cara por lo que había aceptado para su vida hace tan poco tiempo.
Suzu prosiguió: “Y en esta semana lo tengo que convertir en alguien que se pueda defender solo, por eso don Lucio consiguió para mi una casa aquí cerca, razón por la cual me pude hacer rápidamente amiga de su madre y por eso cuando el lo llamó- hacía referencia a Lucio- le dijo que había solucionado la situación de sus lecciones de esgrima”
“Di me parece algo bueno, pero ¿qué pasa si el primo de don Lucio se apresura y actúa antes de tiempo? ¿O si mas bien actúa luego de que mi familia haya vuelto?”
La joven suspiró otra vez : “ La idea de don Lucio es mantener un perfil bajo por ahora y en esos días, cuando su familia se haya ido, soltar algo de información, como que van a hacerle algo a usted, alguna celebración o algo así y permitir que los enemigos se enteren para que actúen en esas fechas. Casi no hay riesgo según el plan de don Lucio, después de todo es su primo y sabe más o menos bien cómo reaccionará. En cualquier caso el plan de contingencia de don Lucio es darle a su familia una casa nueva”
“¡¿Qué?! ¿Y qué tipo de casa?...”-dijo el muchacho sobresaltado.
“Por supuesto a una mas grande y con seguridad las 24 horas”
Esto eran cosas que el había deseado desde siempre: esgrima, casa nueva… pero no de esta manera, como teniendo que preocuparse día y noche por lo que podría pasar.
Suzu terminó diciendo: “Llene esta fórmula de participación, para el premio del viaje y cualquier cosa se la regaló don Lucio, por su arduo trabajo. Además necesitamos que le diga a su familia de su trabajo de “idiomas”, el que el mismo le sugirió decir para seguir este plan; diga que es de tutoría, con uno hombre muy rico que está tan complacido que les quiere hacer una propuesta como condición laboral suya y por supuesto don Lucio quisiera que elija un día para ir con alguno de sus padres a hablar con el para explicarles la situación, don André pasará por usted pero tiene que mandarle un mensaje de confirmación.”
‘Esto se está poniendo feo’-pensaba el joven mientras llenaba los formularios con los datos de su madre; sabía que tendría que hacer caso a las exhortaciones (pues sugerencias no eran) de Lucio, con tal de proteger a su familia a cualquier costo.
Apenas hubo terminado su conversación y el muchacho terminado de llenar en el formulario, su madre volvió con el auto y lo metió en el garaje. Entró a la casa por la entrada del patio trasero por la que había salido originalmente y traía consigo algunas cosas para terminar de preparar la cena.
Los dos jóvenes las recibieron con una sonrisa, la de Lahel un poco fingida, pero sabía cómo esconder sus sentimientos. Suzu guardó los documentos.
La madre de Lahel sirvió la comida con ayuda de los dos jóvenes, parecía que lejos de su “relación” profesional, Suzu era muy dulce; el muchacho se confundió un poco pensando en si sería solo una actuación o esa era la verdadera Suzu.
Al cabo de unos instantes, ya al ser el comienzo de la noche, los hermanos de Lahel ayudaron a cerrar las cortinas y prender las luces mientras se terminaba de servir la cena. Se sentaron a la mesa y comieron juntos. Por alguna razón la muchacha le había agradado mucho a la madre del joven, y en la mesa comenzaron a hablar como si fueran amigas de hace ya un tiempo. Comentaban y hacían una que otra broma que Lahel reía con cierto recelo.
Al fin de la cena, un buen rato después de iniciada, la joven se retiró a su casa, despidiéndose de todos muy amablemente, y dándole a Lahel una leve mirada de complicidad, salió por la puerta principal a su hogar provisional.
Ya una vez que ella se había ido, el muchacho llamó a su madre a sentarse con el un momento en la mesa. Su padre aún no había llegado.
“Mamá, tengo algo que decirte.-su madre lo miraba extrañada- hace unos días vi un anuncio en el periódico de que necesitaban un tutor de idiomas, y di pues yo fui, y si me aceptaron, por eso he estado llegando tarde, pero el señor quisiera hablar con ustedes por que tiene una propuesta que hacerles, para mejorar mis condiciones de trabajo, entonces no se si mañana tenés tiempo para ir a hablar con el señor.”
“¿Y como se llama el señor y donde vive? Porque podrías ir en la mañana que no tenés que ir a clases.”
Al joven le preocupaba ver que su madre no sospechara nada, pensaba que podría ser por la confianza que le tenía al muchacho que no sospechaba nada malo.
“Se llama Lucio y vive en un lugar cerca de la Universidad, es un señor con mucho dinero, pero me dijo que el chofer de el nos viene a recoger, solo tengo que avisarle a qué hora”
“Pero parece que le tenés mucha confianza al señor ese”-su madre tenía una sonrisa un poco desconfiada ahora.
“Pues-dijo el joven un poco ansioso-pues sí ya varias veces me han venido a dejar, pero no quería decirles nada por que no sabía si iba a seguir en el trabajo”- Lahel recordó su trago amargo en el laberinto, la semana pasada, pero cubrió este pensamiento con una sonrisa nerviosa.
“Diay vamos entonces, digamos como a las 10 para haber terminado con los quehaceres de la casa, pero no le digamos nada a tu papá por ahora”
“Está bien” El joven estaba un poco ansioso por todas las medidas que tendrían que tomar desde ahora y no sabía cómo reaccionaría su familia.
El muchacho se fue para su cuarto, ahora oscuro por la densa noche de ese día que había parecido de verano. Se escuchó como el sonido de la puerta principal abrirse, era su padre, su voz lo delataba. Sin dar a esto mucha importancia, encendió la luz y se acostó un rato sobre su cama para leer algunos textos de la universidad, pero su mente se hallaba perdida en sus predicciones del día por venir y pensar que todo se le estaba haciendo más duro.
Mandó un mensaje por el celular al número de Lucio diciendo la hora que había acordado con su madre, y recibió una respuesta con un simple ‘Ok!’.
Luego de algunas horas, se alistó para dormir, mientras se miraba en el espejo del baño, se veía un mejor semblante, el no ceder frente a las cosas negativas le hacía bien, pero aún así se preocupaba por lo que vendría. En fin, todo el rato pasó fuera o más bien dentro de sí.
Se fue a dormir temprano como acostumbraba y como solía pasar no soñó con nada.
La luz de otro día le despertaba; se sentía optimista, esperando a ver qué sería de aquel día.
Bajó del segundo piso, fue a buscar a su madre que como de costumbre estaba en la cocina, terminando de limpiar algunas cosas del desayuno. Su padre ya se había ido, y sus hermanos también.
Desayunó, se bañó, ayudó a su madre con las cosas de la casa, así pasó el tiempo.
La hora había llegado, y André ya estaba al frente de la casa con el auto, esperando junto a la puerta para abrírsela a Lahel y a su madre. Salieron el muchacho y su madre, cerraron los portones detrás de ellos.
El joven saludó a André y le presentó a su madre; con un creciente sentimiento de ansiedad por aquel encuentro.
Al montarse, el hombre comenzó a manejar y Lahel hablaba con su madre describiéndole un poco el lugar al que irían.
¿Cómo reaccionaría su madre al ver el lugar? ¿O al ver a Lucio? ¿Pasaría algo anormal?
Solo le restaba esperar.

(CONTINUARÁ)

Abandonar lo bueno y lo malo... la mente no siempre ayuda

miércoles, 23 de septiembre de 2009

La luz de la mañana le despertó; un ruido fuerte y extraño se escuchaba, como el de un helicóptero y el de personas caminando por el techo de la casa. Se incorporó pues aun se encontraba medio dormido; al caer en la cuenta de aquellos ruidos, se levantó de un salto y al mirar por la ventana de su cuarto vio que era gente de una construcción aledaña a su casa, donde unos trabajadores caminaban en el techo de una casa a medio construir y otros hacían un ruido fuerte como con un martillo hidráulico. Los hombres armados no estaban.

Alguien entró en su cuarto, era su Madre.

“¡¿Qué sonó como si alguien se hubiera caído de la cama?!”-dijo un poco sobresaltada.

El joven se alteró un poco con tal entrada de su Madre.

Su ritmo cardiaco estaba acelerado y un sudor frío le empapaba el rostro. Parecía que todo había sido…. un sueño… los hombres armados, André muerto y él matando gente con gusto y poseído por la ira…

Su respiración era pesada, había pasado un día agradable el día anterior y hoy le despertaba un sueño de un ‘si mismo’ maligno.

“N, n, no es que tuve una pesadilla y me levanté de golpe…”

“Ah bueno-dijo su madre recobrando la calma- pensé que te había pasado algo”

Lahel la saludó abrazándola ligeramente, se sentía un poco alterado aún. Su madre pudo percibir los latidos acelerados, pero sólo lo abrazó también.

“Vamos para que desayunés, acordate que hoy hay que ir al oficio religioso, por que ayer no fuimos”

“Ok”-respondió el muchacho.

La rutina del domingo era parecida a la misma que lo otros días: desayunar, bañarse y alistarse para salir. Todo este proceso casi en completo silencio. Se preguntaba si realmente el podría ser tan malo, si el estar como sucesor de Lucio lo llevaría a eso: muerte, venganza, ira y descontrol...

Toda la familia fue en auto al oficio en un templo cercano a su casa. El joven bastante ansioso oraba pues no sabía muy bien qué pensar, las dudas que había tenido se habían agravado con aquel sueño que le fuera tan perturbador.

Sólo buscaba la solución a sus dudas, entonces pensó:

“Si alguna vez hago algo así de malo, no será en venganza, sino para defender a alguien de algún daño, así será”.

Con tal pensamiento se sintió más tranquilo y en paz consigo mismo.

De regreso a su casa, pasó el resto del día realizando tareas de la universidad, que había olvidado ir haciendo por los acontecimientos de días pasados, peor entre hora y hora, volvía a su ansiedad, le sudaban las manos, el cuerpo parecía temblarle: la imagen de sí mismo había sido escalofriante, en especial el recuerdo de su mirada digna de un asesino.

Ese mismo día, ya finalizándolo, recibió una llamada telefónica de un amigo que hace unos días no veía.

“Lahel ¿todo bien?, es Ryan. Es que te llamaba por que la profesora de idiomas del semestre pasado se va ahorita, el viernes y hablando con ella dijo que mañana en la tarde va a estar en la U y tiene un rato libre para poder vernos y así hacerle como una mini-despedida. ¿Podés ir?”

“¡¿Ya se va?! Si claro, yo llevo un refresco o algo así”-respondió Lahel.

El día terminó sin más ni más. No hubo sueño alguno.

Otro día comenzaba y tendría que ir a la Universidad muy temprano en la mañana.

Los sentimientos de bienestar consigo mismo y de ver la vida con otros ojos, aunque parecían menguar, el joven no dejaba de tratar de sentirlos. No quería que algo que lo hacía sentirse tan completo se fuera tan pronto.

La rutina no contribuía mucho a su querer, pues todos los días era lo mismo: bañarse, desayunar, e irse a la U tomando el bus y prácticamente correr hasta la clase; era una rutina que no le agradaba, pero pensaba que algo bueno saldría de ese día.

Al llegar a la clase todo era como siempre: la gente de siempre y la materia teórica que no le interesaba.

Saludó con cierta efusividad a la mayoría de sus compañeros y compañeras. Y tomando asiento en un espacio ni muy cerca ni muy lejos de la puerta, escuchaba callado las cosas que decía el profesor.

Miraba por la ventana, los árboles se movían con la brisa y la luz del sol parecía ser más agradable que las paredes en las que estaba encerrado por tener que atender asuntos mundanos como la educación, prefería estar en su casa o con sus amigos en alguna otra parte. Pensó por un instante en qué podría estar haciendo Lucio en ese momento, pero con los hechos del día anterior, quería darse un tiempo para asimilar su situación y no aparecerse a donde Lucio indispuesto por su temor y dudas, ya de por si se había comprometido a seguir adelante.

Una de sus amigas, de piel blanca, ojos negros y cabello rizado y azul oscuro le devolvió a la realidad:

“No estás poniendo atención ¿verdad?”

“¿Ah?- dijo el muchacho totalmente distraído- hoy no estoy en ningún lado, la verdad ya debés saber que detesto las clases.”

“Si yo sé, pero al menos podrías fingir que estás cómodo. ¿A dónde se fue esa energía que traías la semana pasada?”

“No sé, me siento un poco distraído de repente, como añorando estar en otra parte. Y es que tengo muchas cosas en que pensar también”

Luego de unas horas, al fin había terminado la tediosa clase.

Saliendo del aula, buscó a Mille, una joven de tez morena, alta de cabello negro y lacio y ojos celestes.

“Mille ¿qué van a hacer ustedes?-se refería además a sus otros compañeros, pero ella era una con las que más hablaba- es que me tengo que quedar hasta luego del almuerzo.”

“Ahora vamos a almorzar juntos, por si quiere ir con nosotros”

“Ok, entonces me voy con ustedes”-dijo sonriendo.

Fueron a un lugar cercano al edificio donde usualmente recibían sus clases.

No fue nada fuera de lo normal, cada quien compró su almuerzo y hablando el tiempo se fue rápidamente hasta la hora acordada para la despedida de la profesora de idiomas.

Al llegar el momento de poder visitar a la maestra que pronto partiría de vuelta a su país natal, se despidió de con quienes almorzó y fue a buscar una tienda para comprar algo de beber y recordó que cerca de donde se hallaba había una. Fue rápidamente, compró una gaseosa y corrió al edificio donde se encontraría con sus otros amigos para ir juntos a la oficina de la profesora.

Subió las escaleras de aquel viejo edificio colorido y pudo ver a Ryan, caracterizado por su alegre sonrisa; una joven de cabello castaño rizado y piel blanca, Cloe, Ivy otra joven de cabello negro; y finalmente a otro joven de aspecto moreno, Gerald.

A los cuatro les saludó con bastante alegría, un poco diferente a su humor de toda la mañana.

Fueron a la oficina a buscar a su profesora, y le saludaron con toda la efusividad del mundo cada uno de ellos. Salieron un momento a uno de los pasillos a comer de lo que habían traído, todos a la vez que comían, hablaban con la docente de lo que haría al volver a su país. Esta experiencia era nueva para Lahel, que nunca le había tocado despedirse así de alguien con quien había compartido tiempo y que se iría para seguramente no volver. Estaba realmente conmovido por aquel momento, alguien que había marcado su vida aún con solo unos años de haberla conocido.

Finalmente y luego de un ameno rato, tomándose fotos y compartiendo risas, la hora de que la profesora se fuera había llegado:

“Mientras yo estuve aquí, ustedes hicieron que me sintiera muy feliz y a gusto…”-dijo la profesora con nostalgia.

Ivy tenía ya los ojos llorosos, y al escuchar tales palabras no pudo sino abrazar a la profesora.

Lahel, aún con su personalidad un poco fría, se sentía bastante conmovido.

Para terminar de hacer más emotivo aquel instante, la profesora les pidió un último abrazo entre todos, por supuesto, ninguno de los jóvenes se rehusó.

El encuentro terminó con las palabras de la profesora, aún con una que otra lágrima que se le escapaban de los ojos: “Ojalá que en su vida tengan mucha suerte y sean felices, y tal vez algún día nos volvamos a ver, ne?…”-su típico acento extranjero precedía a sus palabras.

Cloe comentó: “¡Algún día vamos a ir a visitarla y sabiendo hablar de lo mas bien!”

La profesora asentía con la cabeza con una sonrisa sincera; mientras caminaba con cierto desgano lejos del grupo de muchachos, les regaló una sonrisa muy alegre y complacida y se fue.

El muchacho, luego de la partida de la profesora, se quedó un rato más.

Ya eran alrededor de las 5 de la tarde y mientras Lahel aún estaba con ellos, recibió una llamada.

Al ver su celular notó que era Lucio quien lo estaba llamando. Su corazón pareció detenerse, pues no sabía si contestar o no.

“Y, ya vengo”- dijo a sus amigos, con voz un poco nerviosa y se retiro un poco del lugar donde estaban.

Con su pulso tembloroso, puso el celular en su oreja:

“¿S, si?”

“Hola, te tengo noticias nuevas”

“D, don Lucio, si es algo de ir a su casa, hoy no puedo, de verdad…”

“Bueno-respondió el hombre- no es eso, es que te conseguí una forma para que vayás a clases de esgrima cerca de tu casa, por que se te va a hacer necesario”

“Ok, entonces a partir de mañana”-en realidad no puso mucha atención pues quería pensar un poco mas antes de seguir adelante con esto de la Mafia.

“Bueno, entonces Suzu te da los detalles”

“Está bien, hasta luego Don Lucio”-otra vez no prestó atención y terminó la llamada.

Gerald se acercó un instante:

“Lahel ya nos vamos, porque ya va siendo hora. ¿Te vas con nosotros o tenés que quedarte?”

El joven recuperó su compostura, y con una sonrisa respondió que se iría con ellos.

Cada uno se quedaba en lugares diferentes, pero él tenía que recorrer el camino más largo. Se despidió con alegría, sentimiento que de verdad le quitaba su sensación de vacuidad creciente.

Al final había quedado solo en la parada del bus con un montón de personas desconocidas, esperando su bus también, y el vacío, su ilusoria maldad, volvía a él.

Era un muy agradable atardecer, la luz del sol y el viento eran óptimos. El bus al fin vino y montándose, tomó un campo cerca de la ventana, quería pensar en todas las cosas que habían pasado en ese día.

El bus ya estaba en movimiento. Pensaba con una sonrisa que el mundo no era tan malo, y no tenía que dejar que una pesadilla le quitara lo que había ganado. Era curioso como él mismo se hablaba una y otra vez incidiendo en el mismo pensamiento negativo y encontrando la misma premisa positiva para anular tal pensamiento.

Luego de todo el viaje en bus, al bajarse ya de noche, le tocaba caminar el mismo recorrido de siempre para llegar a su casa.

La visión de su hogar le llenaba de tranquilidad, al saber que al fin podría descansar y de alguna forma, alejarse de sí mismo.

Al abrir la puerta, algo estaba mal, su madre estaba sentada conversando con alguien en unos sillones de la sala a la que daba la entrada; ello significaba que había visitas.

Su madre se levantó y le dijo que le presentaba a una nueva vecina que había conocido en sus clases de la universidad.

Al muchacho estuvo a punto de caérsele el maletín de la mano, por la impresión. La invitada era Suzu y por supuesto el no lo podía creer.

(CONTINUARÁ. Dedicado a un sol; cualquier parecido a la realidad es pura imaginación jajaja)

El fin siempre justifica lo medios...o al menos eso dicen.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

El juego había comenzado. El muchacho no sabía muy bien qué hacer, pues en realidad era su primera vez jugando. Tal vez alguna vez había visto algún juego.
Su primera acción fue esconderse tras uno de los inflables para poder tener un momento para pensar sus acciones. Al mirar a Suzu, ya estaba ordenando a sus hombres asignados, y comenzando a disparar por detrás de de los obstáculos, y André hacía lo mismo. Se asomó por un lado del inflable para ver a los miembros del otro equipo en la misma situación, todos disparando casi que por turnos e igualmente protegidos, tratando de sacar a alguno miembros del grupo contrario. Sintió el aire de una bala de pintura que pasó rápidamente al lado de su cara; por lo que se volvió a poner completamente escondido detrás de aquel objeto. Decidió que era necesario animarse a dar las órdenes, no estaba dispuesto a perder; ordenó a los suyos un ataque directo, fue lo único que se le ocurrió. Balas de pintura cruzadas, un pandemonium entre los dos equipos buscando la victoria, y quien se acercare impetuosamente a la bandera era impactado por la mayoría de balas del equipo contrario.
Unos minutos después, los grupos se habían reducido drásticamente dejando casi solo a los capitanes de ambos bandos. Era tiempo del enfrentamiento cuerpo a cuerpo.
La indecisión y mala puntería de Lahel no permitían ver un posible resultado favorable.
Suzu salió corriendo y aprovechando su agilidad evadió uno que otro disparo, tenía una velocidad que dejó al joven bastante impresionado.
Maxim corrió a hacerle frente a la joven lanzándole un golpe, Suzu evadió el mismo, mientras hizo una barrida para derribar al muchacho, pero este a su vez, con un simple salto esquivó esta táctica. La batalla siguió un poco más, pero ninguno de los dos bandos podía ayudar ni a Suzu ni a Maxim, cualquier intento tan solo de apuntar era respondido por más disparos enemigos.
Lahel parecía ser el menos llamativo, pues nadie parecía prestarle atención por su mala puntería, así que lentamente puso en su mira al muchacho que aún estaba luchando con Suzu. Sin pensarlo mucho disparó y su bala pasó un poco lejos de Maxim, pero lo suficiente como para que el joven se moviera impulsivamente hacia un lado.
Suzu, notando la guardia baja del joven tomó un poco de impulso y dio un salto por encima de Maxim y al instante siguiente tomó la bandera antes que alguien pudiera detenerla. Habían ganado el primer asalto y los aplausos de ambos bandos era audibles por doquier.
Sendos equipos tenían casi en su totalidad a los hombres cubiertos de pintura en cada parte vital de sus cuerpos: cabeza, corazón, extremidades… Si hubieran sido balas de verdad, la masacre hubiera sido enorme. Parecía que la calidad de tiradores de ambas partes era muy parecida.
Aún con la derrota, ambos equipos se veían felices mientras se reagrupaban para la siguiente partida. Lucio miraba con una sonrisa desde su silla. Se dio una nueva orden de inicio.
En el segundo asalto, las cosas mejoraron un poco para el muchacho, pues logró darle a Natasha porque ella se encontraba distraída con dispararle a los demás. El punto negativo fue que luego de un rato de juego el joven fue expulsado por el primo de Alina, quien le dio en una pierna. Por esa confusión, Alina, escudándose tras un grupo de hombres y sus balas certeras logró que otros le impulsaran en el aire haciendo una pirueta en la que tomó la bandera para ganar esta vez.
La gente estaba atónita de la agilidad de Alina pero no olvidaban la de Suzu.

Lucio, a raíz del empate, se puso de pie y aplaudiendo dijo:
“Dados los resultados, vamos a hacer esto más divertido. Desde ahora, quien tome la bandera o le acierte al Jefe del equipo contrario, gana. Lahel y Alina son los blancos”
El corazón de ambos pareció detenerse, ni él ni ella estaban preparados para la presión emocional de tal regla improvisada, aún menos el joven, que sudaba frío.
El nuevo asalto comenzó igual que los anteriores: la gente se disparaba cada vez que veían la posibilidad de acertarle a alguien. Pero algo era diferente, no solo eran las balas esta vez, de repente todos se unieron haciendo un despliegue de sus habilidades de pelea, en una sinergia de golpes y disparos cada vez que se podía. Ahora si parecía que la fiesta había comenzado. El contacto cuerpo a cuerpo impedía que salieran del juego tantos participantes como en las veces anteriores, pues casi ninguno utilizaba solo su arma contra los otros.
Lahel tenía que hacer algo, se había sumido en el juego y deseaba ganar. Dio un vistazo a Suzu, que en un instante saltó, dio hizo una pirueta y logró volverse a esconder tras uno de los inflables mas cercanos a la bandera. El joven, un poco decepcionado de sí mismo miró a André y llamando su atención le hizo alguna seña para que lo cubriera mientras intentaba avanzar.
Corrió lo más rápido que pudo de donde se encontraba a otro de los inflables, aledaño al que Suzu había tomado como resguardo. Sorteaba cada una de las batallas privadas de las otras personas y cada que alguien le intentaba atacar, sus hombres le defendían con fiereza digna de la lealtad hacia Lucio. André no se movía ni un milímetro, algo estaba calculando. Al disparar, le dio al primo de Alina; este salió por uno de los costados del área de juego y los disparos continuaron. Parecía que quería eliminar a los cabecillas con tal de desbalancear al grupo contrario.
Natasha intentó aventurarse un poco más adelante, lo más cerca que pudiere quedar de la bandera, pero no lo lograba con los disparos de André, por más que con frialdad certera, inutilizaba quien le atacaba para luego dispararle sin pensarlo; a pesar de la crudeza del campo de juego, ella caminaba con paciencia. Lahel disparaba a quien podía, pero era mas como para distraer, porque aunque su puntería no era mala, no era nada certera cuando tenía alguna oportunidad de acertar por tanto movimiento. El joven iba a dispararle a Natasha pero esta logró acertar a André por un pequeño descuido que tuvo al tratar de apuntarle mejor a Alina. A pesar de esto, el joven tuvo suerte y logró darle a Natasha. Los dos debieron salir, André calladamente, Natasha parecía estarse quejando en su lengua nativa.
La ventaja la tenía el equipo del muchacho, pues Alina estaba sin sus cabecillas.
Mientras Suzu disparaba y luchaba sin descanso, Lahel tomó la decisión un poco precipitada de correr a la bandera de una vez por todas, quedándose al descubierto y corriendo a todo lo que pudo entre los otros participantes que descargaban unos sobre otros patadas y golpes de mil formas diferentes.
Ya iba a llegar a la bandera, su mano estaba a punto de tomarla…cuando sintió que alguien o algo le empujó fuertemente a un lado, y la bandera se le escapó de las manos.
Al caer al piso se dio cuenta de la situación. Suzu lo había empujado para evitar que un disparo de Alina le diera. Suzu tenía el casco lleno de pintura, y estaba de pie a un lado del muchacho, le dio la mano para levantarlo. El joven, tratando de incorporarse para tomar la mano de Suzu, sintió cerca de su mano derecha algo; era la bandera. Por alguna razón extraña había quedado con ella, a pesar de que instantes antes apenas la había rozado. Con la ayuda de la joven se pudo levantar, pero no podía entender del todo qué era lo que había pasado.
La muchacha estaba descalificada, pero este encuentro lo habían ganado, pues Lahel había logrado tomar la bandera. Los aplausos no se hicieron esperar en una euforia producto de tanta adrenalina. Alina se acercó quitándose el casco:
“¡Bien hecho! Nos ganaron como tenía que ser”- sonreía.
Suzu también se quitó el casco. Parecía algo molesta por lo sucedido.
“Si esto hubiese sido algo real, la inmadurez que demostró nos hubiera costado la vida a todos” -dijo Suzu.
“Sólo es un juego, no se pongan tan serios respecto a esto”-respondió la joven jefe de Mafya.
Lahel estaba ahí, sabiendo que lo que había hecho era impulsivo, pero no lo vio desde la perspectiva de su nueva guardaespaldas. No sabía muy bien si pensar seriamente estas palabras o si era solo una exageración por parte de ella.
Lucio aplaudía desde afuera del área de juego, mientras todos se acercaban a el, ya que había finalizado el juego.
“Bien hecho, para todos por supuesto. ¡Por favor felicítense entre ustedes!”
Los miembros de los dos equipos se dieron la mano, unos con más deseo que otros. Natasha molesta, Lahel confundido y hasta un poco indispuesto ya y Suzu inexpresiva.
Lucio, retomando la palabra dijo:
“¡Muy bien, el ganador es el equipo de Lahel! Todos aplaudieron una vez más, con distintos ánimos como se podría inferir. Dirigiéndose a Alina dijo bastante complacido:
“Gracias por venir, aceptar nuestra propuesta y participar en este encuentro amistoso”
Alina estrechando la mano de Lucio dijo a su vez: “Al contrario, gracias a ustedes por su ayuda y por este rato tan agradable. Esperamos lo mejor de su Familia”
Miró a Lahel y le sonrió, mientras Natasha tomándola del brazo se despidió de Lucio con un gesto de respeto, y se la llevó en dirección a la arboleda. El joven apenas pudo despedirse de ella a la distancia moviendo su mano. Maxim dijo adiós a todos rápidamente y corrió para alcanzar a su prima y a Natasha.
Mientras les veía introducirse en la arboleda, el muchacho se preguntaba cómo saldrían Alina y su gente de la propiedad, pero más importante que ello, le preocupaba el hecho de que Lucio le hubiera conseguido una guardaespaldas, lo había recordado, y quería respuestas ya.
Una especie de helicóptero-avión apareció sobrevolando la zona boscosa en la que se encontraban Alina y su gente, se vieron caer dos escaleras y poco a poco la gente comenzó a subir por ella, no se distinguía muy bien cada persona. En poco tiempo todo el mundo se había subido y el vehículo partió de manera ruidosa.
Ya de vuelta en el silencio, André se metió en la casa. Lahel, volteándose hacia Lucio se le quedó mirando, un poco molesto.
“¿Qué pasa?” dijo Lucio sintiendo la mirada del joven. El joven le respondió con una fugaz mirada hacia la joven a su lado.
“Ah… ya entiendo-cerró los ojos para pensar un instante- Vamos a definir esto. Vos ya sos parte de nuestra Familia, por eso, ahora que ya se ha corrido la voz de tu existencia, es mejor que te protejamos, y un guardaespaldas no llama mucho la atención, mas por la apariencia de Suzu y así me aseguro que tengás un futuro” Lucio comenzó a reír.
El muchacho aun en total desacuerdo, lo miraba de forma acusatoria y tampoco le agradó tal comentario:
“No me diga que me va a estar siguiendo a todo lado y que se va a meter en mi casa a escondidas o así” Suzu guardaba silencio.
“Pues no, solo vigilando desde lejos, pero no insistás, por que no voy a cambiar de opinión. Un dato importante es que todos los miembros de tu familia tienen sus propios guardaespaldas. Es algo inevitable en este negocio”
Lahel lo sabía, pero en cierta parte le molestaba por el riesgo que pudiera conllevar para su familia, más que para él. Había visto que Suzu era buena en lo que hacía, pero… Tenía la mirada baja, su familia también tenía guardaespaldas…pensaba todo esto en silencio.
“Creo que es hora de que te vayás, para no levantar sospechas. Solo cambiate y André te lleva como siempre. Suzu se queda aquí un rato”- le dijo Lucio.
Lahel asintió con la cabeza, aún pensativo y disgustado; aunque la había pasado muy bien.
Se cambió en los baños, y ahora que conocía el camino, pasando por el invernadero a un costado de la casa, y saliendo a la parte frontal. André como de costumbre lo esperaba. Estaba muy cansado por aquel día y prefirió ocuparse de estos pensamientos después.
Lucio estaba ahí, Suzu no.
“Otro detalle-dijo al muchacho que ya se hallaba dentro del auto-decile a tu familia que te conseguiste un trabajo de medio tiempo, de un afiche que viste en el periódico y que fuiste a la entrevista y te eligieron. Eso va a justificar algunas cosas del futuro. Y vamos a arreglar unas clases de esgrima, yo te aviso”
El joven aún mas confundido exclamó:
“¿Qué tipo de trabajo?”
“No se tal vez tutor de algún idioma extranjero o alguna cosa por el estilo, ciao”-respondió el hombre, sonriendo. Cerró la puerta, tocó el techo del auto y André aceleró.
En el camino iba luchando contra el sueño del que era presa por el día tan ‘largo’ que había pasado, que aunque no era mucho, le había agotado.
El mismo proceso de siempre, se bajó un poco lejos de su casa y caminó hasta ella. La luz del sol ya declinaba.
Era extremadamente feliz de regresar a su hogar; el cariño de su madre, la compañía de sus hermanos, todo era perfecto, otra vez.
Una cena tranquila llena de comentarios alegres, incluso con su padre presente.
Luego fue la hora de su descanso diario, pues ya no podía aguantar más despierto.
Fue a su cuarto, miró por la ventana en la negrura, tratando de ver a alguien, y sin ver a nadie, se acostó para descansar, sin pensar más en nada del día.
El día que siguió era sábado. Comenzó igual al anterior, se sentía feliz de ver que la sensación de éxtasis ante la vida no le había pasado, lo estaba disfrutando de verdad. Había olvidado el tema de una guardaespaldas por el momento.
Su padre ya no estaba porque ese día tendría que ir a trabajar, por ello se fue desde muy temprano.
Desayunó, se baño, vistió su típica ropa formal y ayudó un poco en su casa. Luego jugaba con sus hermanos videojuegos.
Para el almuerzo, fueron a la casa de sus abuelos maternos, una casa pequeña, pintada de color crema, donde su tía y primo estarían también. Estaba ubicada no muy lejos de la casa del joven, pero igualmente fueron en auto, su madre era la que manejaba. Normalmente iban los domingos en la tarde, pero ese día también quisieron ir.
Entrado a ella pasaron por un pasillo que daba a la puerta principal, y al entrar, la sala estaba ordenada, y la mesa del comedor, con un mantel rojo y los platos ya sobre ella.
Su abuela, una mujer mayor con su vestido azul preferido le saludaba con efusividad recibiéndoles en la entrada, y su abuelo, igualmente mayor y de usanza semi-elegante, estaba sentado a la cabecera de la mesa.
Mientras lo saludaba, apareció su tía saliendo de la cocina a la que daba el comedor, con un platón de arroz. Era una mujer de edad mediana, de cabello negro rizado, un poco morena como todos en la familia; tenía unos ojos grises y era un poco pecosa. Saludó como era usual en ella: con una sonrisa y ya.
Al sentarse todos, alguien faltaba, su primo, que su tía llamó alzando la voz.
“¡Alexander!”-gritaba su tía, y pronto un joven bastante alto de cabello negro y corto, con los mismo ojos grises de su madre, pero más moreno, aparecía en el comedor, y sentándose solo saludó diciendo un “hola” un poco seco, como era su costumbre.
Mientras comían, un comentario de su madre surgió dentro de otros muchos temas que eran tratados en ese instante.
“Ayer iba manejando camino al trabajo y un hombre en un carro se puso a la par y me gritaba cosas como ‘inútil’, ‘animal’ y así por varios minutos, sin ninguna razón.”
Su tía intervino de forma sarcástica: “Por eso es que muere la gente en las calles, por andar buscando pleito, algunos solo se bajan y le pegan un disparo al que los está jodiendo y ya”
Su madre continuó: “Bueno la cuestión es que al final le hice una ‘mala seña’ y ya el señor se adelantó un poco y siguió como si nada; me gustaría tener un revolver para por lo menos asustarlo un poco” Su madre reía un poco.
La familia reía un poco. La abuela quejándose con la madre por decir ‘tonterías’, y el abuelo riendo. Sus hermanos y primo, todos reían un poco de ello.
Su madre comenzó a bromear con sacar y megáfono y decirle cosas al tipo también pero Lahel ya no prestó más atención, comenzó a sumirse en sus pensamientos.
Pensaba si sería justificado hacer algo así con tal de hacer justicia. La Mafia estaría justificada entonces, al menos la infame Mafia Bianca. Reía internamente, pensando en que la vida parecía confirmarle que había hecho algo bueno al aceptar la propuesta de Lucio, pero pensaba también en el peligro que podrían pasar sus familiares con tal empresa.
La tarde transcurrió con conversaciones, los menores veían televisión, hasta que al cabo de algunas horas, cuando ya anochecía, la madre del joven decidió que era hora de irse de vuelta a casa.
Se despidieron de todos y montándose en el auto se fueron su hogar.
Al llegar, estacionaron en el garaje ubicado a un lado de la casa, y se metieron por la parte trasera de la misma.
Lahel ayudó a su madre a hacer la comida, sirvieron y comieron.
Al rato, luego de haber visto algún programa en la televisión con Jehiel, se fue a dormir…

La luz de la mañana le despertó; un ruido fuerte y extraño se escuchaba, como el de un helicóptero y el de personas caminando por el techo de la casa. Se incorporó pues aun se encontraba medio dormido; al caer en la cuenta de aquellos ruidos, se levantó de un salto y al mirar por la ventana de su cuarto vio que era gente armada y en trajes negros, como de asalto. Alguien entró en su cuarto, era André.
“¡Señor Lahel una Familia enemiga ha enviado gente para matarlo, por favor venga conmigo, yo lo escoltaré hasta que esté a salvo!”
El muchacho tomó su espada y corrió fuera del cuarto con André. Unas personas entraron por las ventanas de la sala del segundo piso, y cuando André se disponía a protegerlo el joven salió corriendo hacia ellos para atacarlos. Le cortó un brazo a uno y apuñaló en el pecho al otro; no sintió ningún remordimiento, la adrenalina le llenaba incluso sus pensamientos, de hecho disfrutó un poco el poder hacerlo.
Al encontrarse tan expuesto en la ventanas, otro de los hombres que caminaban por el techo hasta la ventana de su cuarto le apuntó en el pecho y disparó.
Lahel solo alcanzó a oír el sonido y de repente estaba en el suelo. Se registró el cuerpo, pero no tenía nada, André lo había cubierto y recibido el disparo por él, pero para ello había empujado al muchacho y caído al suelo. Se incorporó, mientras unos hombres vestidos de traje entero negro, subiendo las escaleras, comenzaron a disparar contra los hombres enemigos, parecían ser gente de Lucio. Acercándose a André que yacía en el suelo, vio su herida en el pecho.
“Señor Lahel -dijo André con dificultad- le dije que viniera conmigo y yo lo escoltaría, no debió haberse expuesto.”
El joven se sentía muy mal, solo podía ver la herida sangrante en el pecho de André. Se sentía culpable.
Al joven se le salieron lágrimas y André cerró los ojos y dejó de respirar. Lahel bajó la cabeza y dijo: “Perdón André… me voy a vengar por esto” y levantándose dijo:
“¡Mátenlos a todos!”
Un hombre se coló por la ventana de la sala y Lahel, volviéndose a él comenzó a embestirlo con la espada, hasta quedar el mismo cubierto de sangre. Había perdido la cabeza en su dolor, por no haber escuchado a André.
Los disparos se podían oír por todas partes, y el joven, aun con lágrimas en los ojos sonreía, a pesar de estar rodeado de cadáveres.

(CONTINUARÁ jajaja)

Darse el tiempo para saborear la vida: el pasado está tan presente como el hoy

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Se puso las manos tras de la cabeza, como aquella persona le ordenaba. Recordó súbitamente que una joven le acompañaba, por lo que dijo un poco agitado:

“¡No importa lo que me hagan, sólo dejen que la muchacha se vaya!” A pesar de estar en aquella situación tan tensa, recordó que esta era una frase “cliché”, pensó que era algo patético de su parte tal cosa.

“¡Cállese, idiota!” dijo aquella persona, propinándole un golpe con el revés del arma en el estómago.

El muchacho calló en el suelo por el dolor que le causaba tal golpe.

Al ver esto la joven que se encontraba detrás de Lahel se puso entre él y aquella persona y con una expresión de enojo dijo algo en un idioma del que no entendió una palabra, parecía una especie de ruso o algo parecido. La persona armada que parecía ser una mujer contestó con un tono molesto a su vez, pero fue detenida por otro comentario de la joven.

La mujer armada se quitó el pasa-montañas, era una mujer de edad media, rubia de cabello largo, piel clara y ojos celestes. Volviéndose al resto de las personas que estaban armadas gritó algo y todos reaccionaron agrupándose tranquilamente, bajando la guardia.

La joven se volvió hacia Lahel y extendiéndole la mano, le ayudó a levantarse.

“Perdón por la actitud de esta mujer. Creyó que me ibas a hacer algún daño, y es que me les perdí para ver el terreno por mi misma y se alteraron un poco al no encontrarme” La joven tenía un poco de acento por aquel lenguaje que era capaz de hablar.

El muchacho, aún con cierta molestia se incorporó aún con la mano en el estómago.

“Di jajaja, errores son errores”-dijo con cierto sarcasmo, pero no quería hacer más grande el problema.

“Mi nombre es Alina, y esta agresiva es Natasha, una de mis guardaespaldas, un poco impulsiva como podés ver”-dijo la joven. La otra mujer, volvió el rostro ante este comentario, estaba un poco molesta.

Lahel comenzó a recordar que Lucio esperaba visitas, tal vez sería aquella muchacha, pero le parecía demasiado joven como para estar involucrada en algo así. Aún así pensaba en sí mismo, que no estaba muy lejos de tal situación. Sonriendo dijo:

“Mucho gusto, yo soy Lahel” Ante este comentario, Natasha volteó a verlo, y Alina, con una voz un poco temblorosa dijo:

“¿Lahel? ¿El sucesor de don Lucio?”

“Di pues al menos eso es lo que Lucio dijo ayer…”-al joven le daba un poco de gracia saber lo rápido que parecía haberse extendido la noticia.

Alina se volvió hacia Natasha con una expresión de enojo, gritándole alguna cosa en su lengua nativa, a lo que la mujer respondió algo suavemente y dirigiéndose al muchacho dijo:

“Lo siento mucho…pero usted se lo buscó”. Ante tal comentario Alina volvió a decirle algo de manera un poco fuerte y volviéndose hacia Lahel con una sonrisa dijo:

“No le hagás caso por favor, es una grosera agresiva. Por favor guiame de regreso a la casa de Lucio”

El joven asintió con la cabeza. Natasha fue un momento hasta donde estaban las demás personas armadas, parecía que les dijo algo y luego puso su arma en el suelo y se quitó el traje negro estilo militar que tenía puesto, para dejar al descubierto un vestido largo y negro que llevaba puesto por debajo de su primer traje; se devolvió hasta donde estaban los jóvenes. Juntos, Lahel, Alina y Natasha caminaron hasta salir de aquella arboleda. El joven pensaba en el cambia tan radical de ropa que había tenido Natasha, pero recordaba el dicho aquel de que ‘aunque la mona se vista de seda…’; reía un poco.

En el claro Lucio esperaba de pie, con su típico traje entero negro y André a su lado, no había nadie más en la explanada.

Lucio caminó hacia ellos y con los brazos abiertos dijo:

“¡Bienvenida señorita Alina! Le esperábamos por el frente de la casa, y no por detrás” Alina tuvo una reacción un poco nerviosa: “Ehh, si es que… quise ver por mi misma los alrededores, pero mis guardaespaldas pensaron cosas que no eran”

Lucio mantenía su sonrisa: “Pues bueno-dijo-dejemos esta malentendido atrás y vamos por una taza de té a la glorieta”

André hizo uno de sus típicos gestos con la mano, para indicar el camino a las dos mujeres, que, acompañándolo se adelantaron un poco. Natasha parecía guardar cierto recelo y parecía estar como alerta a cualquier cosa que pudiese suceder.

Lucio y Lahel caminaban juntos.

“Don Lucio, perdón por haberme ido solo a ver qué pasaba pero… ¿por qué ninguno de su gente fue a ver qué pasaba?”

Lucio mantenía la vista al frente, y con una sonrisa respondió: “¿Quién dice que nadie fue para allá?”

El joven sintió un escalofrío, parecía que Lucio hablaba más que en serio.

“Que no hayás visto a nadie-continuó- no quiere decir que no estuviesen, además el terreno tiene cámaras y alguna que otra defensa escondida, pero con la gente basta”

Lahel, con ese comentario comprendió que por eso, al salir de entre los árboles no había nadie armado ni nada; Lucio ya lo había visto todo y todo parecía tenerlo bajo control. Esto le causaba cierta incomodidad al muchacho. Se detuvo un instante, preso de aquellos pensamientos, pero Lucio, volviéndose hacia él, a pesar de que ya iba un poco más adelantado que el joven, le dijo:

“Apurate, que hay una reunión pendiente y no hay que hacer esperar a las personas”

Lahel cayó nuevamente en la realidad, y corrió un poco para alcanzar a Lucio que caminaba muy rápido.

Al llegar a la glorieta, el mayordomo de la limonada estaba ahí de pie, frente a la mesa y todo estaba servido en la mesa nuevamente: una tetera, algunas galletas en un platón de varios niveles, varios trozos de queque de fresa y las tazas de porcelana completamente blancas, una azucarera, la cucharas que parecían de plata…siempre todo se convertía en un lujo, hasta el más mínimo detalle.

Se sentaron todos a la mesa. Lahel al lado de Lucio y Alina, mientras que André y Natasha se encontraban una al lado del otro, y al lado de sus respectivos jefes.

“El asunto que nos ocupa es simple-dijo Lucio sirviendo las tazas de té de cada uno de los presentes- nuestra Familia quiere formar una alianza con la suya para tener influencias en su país, y combatir a las Familias más peligrosas”

“Don Lucio-dijo Alina, mientras echaba un poco de azúcar en su taza-, pues la verdad estamos muy interesados en su propuesta, pero quisiéramos saber cuál es el beneficio para nosotros”

“Di lo principal es que les ayudaríamos a surgir como Familia, de acuerdo a los estándares del Reglamento bajo el que nos regimos, y con el trabajo mutuo nos beneficiamos todos. Ustedes mejor que nadie saben las actividades de las otras Familias de su país…”-Lucio parecía algo molesto al decir esto último.

Lahel solo comía un poco de todo, al igual que Natasha y André; le admiraba el hecho de que Alina pudiera debatir con Lucio como una verdadera líder, buscando lo mejor para las dos partes.

“Di pues me parece… digamos que sí a este negocio, pero aún debemos hablar algunos puntos que creo que hay que aclarar” Alina comenzó a debatir uno que otro punto con Lucio, y entre uno que otro punto Lucio le tomaba el parecer a Lahel, que un poco nervioso emitía su criterio. Así se fue el rato y una vez que hubieron terminado aquella negociación, comenzaron a hablar un poco de Lahel.

“Don Lucio, no esperaba que su sucesor fuera joven, pensé que sería alguno de sus hombres más experimentados”-comentó Alina en un tono algo sospechoso.

Lucio comenzó a reírse a carcajadas.

“¡Claro que no es el más experimentado en este negocio, pero no hay que juzgar por las apariencias!”-dijo Lucio, mientras le movía el pelo a Lahel con la mano para molestarlo.

“¡Ey! ¡¿Qué quiso decir con eso?!”-dijo el joven, mientras se quitaba la mano de Lucio de encima. André y Alina se unieron a la risa de Lucio, mientras que Natasha solo movía un poco los ojos, como observando al situación, mientras bebía su té.

“Bueno-dijo Lucio retomando un poco su actitud seria- para celebrar el trabajo conjunto entre las dos Familias, me gustaría celebrarlo con algo especial”

“¿Y eso sería?...”-preguntó Natasha sospechando un poco de aquel comentario.

Lucio, con serenidad tomó su taza de té entre las manos y bebiendo un sorbo suspiro, para luego decir:

“Sencillo: una partida de paintball entre Lahel y algunos de los míos y la señorita Alina y algunos de los suyos, aprovechando que hay varia gente presente en mi casa.”

“¡Qué ridiculez!- se volvió hacia Alina- ¡Esto debe ser una treta para deshacerse de nosotros ahora que bajamos la guardia!”

Lahel no estaba muy contento con el comentario de Lucio, se dio cuenta que para eso lo quería en aquella reunión, para usarlo en aquel nuevo juego, pero por su propia seguridad no dijo nada, tal vez incluso se podría divertir con aquella ocurrencia, solo esperaba que fuera nada mas un juego, y no pasara nada malo; mientras tanto siguió bebiendo té.

Pero Alina, tranquilamente dijo algo en su idioma nativo, tal vez callando a Natasha y luego comentó:

“Aceptamos, me imagino el campo de juego va a ser la zona verde que está cerca de esta glorieta, entonces escojo a Natasha y a mi primo Maxim, que está entre el grupo de guardaespaldas del bosque aquel”. Natasha estaba muy molesta, por lo que solo se quedó en silencio, aunque era un poco controladora, sabía que eran las órdenes de su jefa.

“Pues a Lahel yo le escojo a André y a Suzu”

“¿Y quién es esa?”-dijo Lahel un poco extrañado.

Lucio hizo un gesto al mayordomo, que se fue en dirección a la casa.

“Ya vas a ver-respondió el hombre- mientras tanto vamos a la zona verde, donde ya se están acomodando las cosa para el juego” Y diciendo esto se levantó de su asiento. Natasha dijo algo que no se entendía y se fue en dirección a la arboleda, probablemente a llamar al primo de Alina.

Alina y André a su vez se pusieron de pie y junto con Lucio salieron de la glorieta camino a la zona verde. Lahel un poco incomodo, puso su taza en la mesa e incorporándose les siguió.

Algunos de los trabajadores de Lucio, con los que habían estado hace algunas horas, estaban colocando algunos cubos y pirámides inflables que servirían como obstáculos para el juego, además de una malla para mantener el juego en un espacio delimitado.

Había una pequeña mesa cerca del área de juego donde estaba todo el equipo de protección, más las pistolas y las cargas de pintura.

Frente a ella estaban Natasha, ya vestida con el traje de paintball, probando cada pistola para asegurarse que no fueran armas de verdad y un muchacho vestido también con el traje. Era alto parecido a Alina; de pelo castaño y corto, seguramente sería su primo. Mientras Alina, Lucio, André y Lahel se acercaron un poco más a la mesa, una joven salió de aquel cuarto de baños en el que el joven se había duchado. Ya tenía puesta la indumentaria, y llevaba el casco en la mano. Era una mujer joven de ojos cafés y pelo negro, miedo corto y lacio, de rasgos faciales asiáticos.

Se acercó a Lucio y luego de besar el anillo de su mano derecha dijo:

“Don Lucio-pronunciaba con cierto acento- me reporto para el juego”

Lucio, con cierta complacencia dijo: “Bien Suzu ¿Cómo te fue en el viaje?”

“Bien señor, ningún inconveniente. ¿Quién es el objetivo esta vez?”

Lucio puso ambas manos encima de los hombros de Lahel y poniéndoselo al frente a la joven dijo:

“Es el, así que protegelo como lo harías conmigo”. La cara de extrañeza de los dos jóvenes era evidente, parecía que a ninguno de los dos les agradaba tal comentario.

Alina se metió en la conversación diciendo:

“Mucho gusto, soy Alina Agron”

Suzu puso su puño derecho en el pecho y bajo ligeramente la cabeza en señal de respeto.

“¡¿Pero quién es ella?!”-dijo Lahel, molesto aún.

“Es tu nueva guardaespaldas, pero luego hablamos de esto, porque la partida está casi lista para comenzar”-respondió Lucio un poco evasivo.

Alina presentó a Maxim a los demás, que aunque no podía hablar muy bien el idioma de todos, mostraba su respeto a su manera, estrechando la mano de todos, excepto de Suzu, que se mantenía un poco al margen de la situación.

Cuando se lo presentó a Lahel, le estrechó la mano y dijo:

“Buen desempeño en la arboleda, tenés futuro para ser el sucesor de don Lucio”

“Gracias”-dijo el joven, le dolía un poco la mano por la fuerza de Maxim.

Alina, André que se mantenía un poco callado y Lahel se pusieron los trajes y los cascos.

El joven acercándose un momento a Lucio, le preguntó en voz baja:

“¿No cree que es algo un poco… como infantil?”

Lucio sonriéndole contestó:

“¿Y quien define qué es infantil y qué no?”

“No sé, es que me siento como un chiquito jugando con pistolas de juguete”

“¿Nunca has pensado que el alma, siendo inmortal, no tiene edad, por lo que podés ser como un niño y seguir siendo vos? Además; aunque has cambiado un poco desde que “fuiste niño”, seguís siendo ese mismo “niño” ¿O acaso dejaste de ser vos cuando te hiciste mayor?, sos el mismo; entonces… ¿Por qué jugar de “maduro”, si podés divertirte igual por siempre? ¡La juventud eterna está en la cabeza!”

Lucio tenía toda la razón, al menos a criterio del muchacho, que se quedó en blanco al escuchar tales palabras, lo dejó callado.

“¡Ahora vamos a jugar!”-terminó de decir el hombre.

Los trabajadores terminaron de instalar la malla y los dos equipos, pistola en mano se posicionaron en lados opuestos del campo de juego, parecía que ya atardecía un poco.

Lahel estaba un poco nervioso, pero se sentía feliz al participar y asimilar las palabras de Lucio; veía a Suzu, que no mostraba ninguna emoción y a André que parecía muy feliz.

Los trabajadores de Lucio se retiraron del lugar y Lucio, fuera del área de juego y sentado en ua silla que probablemente el mayordomo le había traído; dijo en voz alta:

“¡El que atrapa la bandera primero gana la ronda! ¡Pueden recibir sólo un disparo para salir y dos de tres rondas gana! ¡Que comience el juego!”

(CONTINUARÁ)