Inicio del viaje: irse no evita los problemas, pero ayuda a alejarlos de quienes no los merecen

miércoles, 10 de febrero de 2010

Lo que eran segundos parecían horas, todo pasaba tan lentamente ante los ojos del muchacho:
El corriendo al igual que Suzu y el hombre, que no había advertido a Lahel, sacando su arma y apuntado a la joven.
Lahel iba a gritar el nombre su ‘guardaespaldas’, como reacción inconsciente ante la situación, mientras extendía su mano hacia el hombre con el fin de agarrarlo, ya aquella persona tenía a Suzu en la mira.
“¡SUZU!-gritó con fuerza.
El hombre disparó, pero justo cuando Lahel gritó, y de forma casi milagrosa la joven se movió a un lado y la bala apenas se vio rosar su hombro. Ahora el hombre giraba su cabeza hacia el joven con una mirada de desquiciado que heló por completo al muchacho, pero antes que pudiera apuntarlo con el arma, Suzu se puso en frente de él y le dio una patada ascendente en la barbilla del tal manera que el hombre cayó al piso inconsciente y con un pequeño rastro de sangre en su boca.
Lahel se detuvo de golpe, sin aire y respirando fuertemente para recuperarlo.
La joven le volvió a ver con su inexpresividad característica; incluso en estas circunstancias, parecía no mostrar emoción alguna, aparte de una respiración un poco pesada.
“No debió seguirme hasta aquí”-dijo Suzu sin levantar mucho la voz.
Ella tenía razón, pero el muchacho buscaba las palabras para defenderse. Ella comenzó a requisar al hombre buscando algo.
“Si… yo se…-hacía pausas para recobrar el aire- pero pensé… que algo malo… estaba pasando”
Suzu sacó del oído del hombre una especie de audífono:
“Ahora el problema está en que gracias a sus gritos, puede que alguien más venga y nos comprometa con este hombre”
‘Diantres’ pensó. No lo había visto así, su reacción fue más impulsiva que racional. Prefirió bajar la mirada y no decir nada a su favor, ya era suficiente con haberla seguido y todo lo demás.
“¿Pero quién es este hombre?”- ya había recuperado algo de aliento. Suzu examinaba el audífono conectándolo a algo que traía consigo, como una computadora del tamaño de su mano.
“Es un agente de la familia Gabrielli, la única que tiene información de su existencia. Querían matarlo a usted y a su hermano enfrente de todas esas personas”. Señaló, sin mirar más que la computadora, una ventana a la que le habían hecho un hoyo circular cortando el vidrio.
“¿Qué tiene que ver esa ventana?”
Ella le miró con una sonrisa un poco sarcástica, poco típica en ella. Se acercó a esa zona de la ventana y se agachó palpando algo en el piso. Mientras el joven la miraba, ella pareció levantar algo y al retirar esa especie de manta; reveló un rifle oculto debajo. Era una manta que hacía invisible lo que cubría, una tecnología que no se había refinado bien en el mundo en general y tan cara que no era una opción de utilización habitual entre ejércitos, pero esa era perfecta, ocultaba a la mirada aquel rifle sin dejar lugar a dudas. El joven estaba atónito, tenían uso de tecnología más sofisticada que lo que los mejores científicos del mundo habían logrado.
Suzu siguió haciendo lo que estuviera tratando de lograr en su computadora. Mientras, el muchacho miraba alrededor preguntándose por qué no había nadie en el lugar, la muchacha dijo algo que el no pudo oír.
“Eh, ¿te puedo preguntar qué dijiste?”
“Afortunadamente no tuvo tiempo para reportar que le había encontrado, y parece que le había estado siguiendo desde hace muy poco, pero ya le tenía localizado como estudiante universitario. Es por eso que debemos irnos, cada vez se pondrá peor mientras usted siga aquí”
Tenía razón, era hora de partir, quién sabe hasta cuando, pero era necesario. Sentía que lo había perdido todo, su vida, sus proyectos…. Sintió que se le venían las lágrimas, pero trató de aguantar, sentía que era débil por querer llorar.
“¿Q, que fue lo que le pasó a la gente de aquí?" -dijo conteniéndose.
Suzu desconectó el auricular, lo tiró al suelo y lo aplastó con el zapato varias veces.
“…Todos están muertos…-contestó- los mató con esta arma que usa dardos de veneno sintético y están cubiertos con otra capa de camuflaje” –se refería a la manta invisible. Se agachó hacia el hombre aún inconsciente y levantó un arma que tenía guardada en el saco.
El joven concibió con bastante temor una pregunta fundamental:
“¿No es algo malo que estés tocando las cosas de la escena del crimen? ¿No podrían inculparnos por eso?”
“No-dijo inmediatamente la joven- este lugar es frecuentado por personas diferentes todos los días, no hay manera de procesar todas las muestras de cabello, huellas o demás que podrían encontrar, y en cuanto a este arma y a la capa de camuflaje –se refería a la manta invisible- tengo que llevármela, las autoridades civiles no pueden tener esto, son lo que se llama BT-A”
“¿Y eso es?”
Suzu suspiró: “Voy a explicarlo rápido porque debemos que irnos de aquí ya. ‘ST’ es la tecnología de la sociedad normal, ‘STP’ son prototipos imperfectos o inacabados de este tipo de tecnología, ‘BT-A’ es tecnología común dentro de la Mafia o grupos secretos, como terroristas o incluso la Familia, tecnología más avanzada que se tiene que mantener en secreto, ‘BT-AP’ son prototipos de esta tecnología secreta- Lahel pensó en las nanomáquinas del doctor Drexler- y los ‘BT-O’ son productos de tecnología secreta más avanzada que los prototipos o BT-A. Hace años esta capa fue un BT-O -‘hace años…’ pensaba Lahel- ahora salga y vuelva con su hermano mientras yo limpio este desastre- el muchacho se le quedó viendo, hundido en sus propios pensamientos- ¡Largo, ya!” Lahel asintió y salió del lugar, bajando por las escaleras intransitadas, nadie parecía haberse inmutado por el grito. Saliendo del edificio y llegando hasta el auditorio, su hermano lo esperaba en la salida, mientras miles de personas más se habían formado en la fila para la solicitud.
“Lahel ¿qué te hiciste? te busqué por todos lados”
“Fui a hacer algunas preguntas al edificio administrativo de allá- mintió rápidamente- ¿nos vamos ya, entonces?” Jehiel asintió y caminaron de regreso a su casa.
Lahel no podía olvidar los sucesos que habían pasado. De verdad que necesitaba irse antes de que su familia se viera más amenazada, o más inocentes afectados.
Una vez en la casa, su hermano y el fueron a ver televisión, su padre no estaba, su madre haciendo algunas de sus cosas personales y el menor jugando en el jardín.
El día transcurrió sin más, pero el muchacho deseaba, por el bien de todos, que todo terminara lo más pronto posible, aún así al irse a dormir, logró dormirse sin problemas.
La mañana siguiente llegó, y con ella su partida. Se levantó lo más temprano que pudo, algo así como las 6 a.m., se puso a revisar su maleta para ver si algo le faltaba, luego salió de su cuarto y bajó al primer piso para buscar la escoba para ayudar aunque fuera con eso, y notó que su madre ya estaba en la cocina preparando algo.
“¿Y eso que ya estés levantada?”-preguntó el muchacho, aún en ropa de dormir.
Su madre sonrió: “¿Vos creés que voy a estar durmiendo tranquila hoy que mi hijo se va?”
“Si pero no es para siempre- mentira, ni el sabía cuanto tiempo sería- así que podés estar tranquila, voy a ayudarte un poco con las cosas de la casa”
“Gracias” respondió agradecida su madre.
Una vez que hubo terminado y ya eran alrededor de las 7:30, su madre llamaba a todos a desayunar.
Sus demás familiares parecían particularmente simpáticos con el; y su madre había hecho los típicos pancakes que le alegraban los desayunos. En medio de todo, Ismael dijo:
“Mmm es cierto ¿hoy Ii se va para Rusia verdad?”
“Si- respondió su madre- por eso los pancakes”
“Ojalá que te vaya bien” finalizó su hermano. El también esperaba lo mismo, respondiendo con una leve pero sincera sonrisa. Luego de terminar, fue a bañarse.
Se vistió entre formal y casual, eran ya las 9: 30 cuando finalizó su ritual diario para iniciar el día. Como ya no le faltaba nada por hacer, bajó las maletas y se fue al jardín a sentarse por la terraza a disfrutar de la media hora que le quedaba.
Se sentó en una de las sillas de afuera y miró el paisaje con nostalgia, le hubiera gustado más no tener que irse ¿Quién diría que extrañaría su monótona vida?…
Media hora se va rápido y a las 10 en punto, el auto llegó. El hombre de la entrada llegó a avisarle.
Entró a la casa, tomó su maleta y caminó hasta el portón, donde todos estaban listos para despedirlo. A cada uno les dio un abrazo, el menor como siempre el más expresivo, parecía un poco triste al igual que su madre que hacía esfuerzos para no llorar, un extraño sentimiento que le surgía en las despedidas y que el muchacho no entendía.
“Bueno, ya me voy-dijo sonriente- ¡ahí nos veremos dentro de un tiempo!”
“Se cuida” dijo Jehiel.
“Adiós Ii” dijo Ismael.
“Pórtese bien” dijo su padre, “y que Dios lo acompañe” agregó su madre.
Ahora se montaba en el asiento de atrás del auto, con su maleta, diciendo adiós por un buen tiempo.
“¿Cómo está señor Lahel?” comentó el conductor, la voz y el acento parecían familiares.
“¿André?”
“¿Quién más? -dijo, mirando por el espejo retrovisor con su típica sonrisa- quería yo también despedirme de usted y desearle lo mejor”
El joven rió con ironía: “Si lo ‘mejor’ fuera posible jajajaja…”
“Verá que sí, recuerde que ahora usted es un líder”
Ya se sentía nervioso, pero cada vez lo estaba más.
Siguieron hablando un poco para matar el rato.
Llegaron, luego de casi la hora completa al aeropuerto, que para variar era privado. Entraron por un portón corredizo, y cerca del jet privado, André detuvo el auto:
“Hasta aquí llego yo señor Lahel, suerte y ojalá encuentre su deber llevadero y hasta tenga tiempo de disfrutar el viaje”
“Gracias André y suerte a ustedes con el plan” El francés asintió con la cabeza, mientras el muchacho se bajaba.
Una mujer pelirroja de apariencia joven y de uniforme le esperaba en los escalones para subir al jet: “Mucho gusto, soy la capitán Koteas– tenía un acento fuerte, le estrechó su mano- pase señor, su acompañante ya está adentro”
La mujer le quitó de las manos la maleta, mientras el entraba; el interior tenía piso tapizado con una alfombra vino, y cuatro asientos negros en torno a una mesa de madera central, Suzu ya estaba sentada en uno de esos, usando un sencillo vestido blanco.
Mientras el joven se sentaba saludó a la joven: “Hola Suzu”
“Buenos días, me alegra que haya aceptado su responsabilidad” El joven se extraño con la frase ‘me alegra’, era algo raro en ella, pero la verdad es que más rara no le podía parecer. Se sentó.
La piloto encendió el motor, y comenzó a moverse el vehículo, su viaje comenzaría.
“Por favor, colóquense los cinturones” se escuchó la voz de la piloto, ambos, Suzu y el muchacho hicieron caso a esta solicitud. Unos minutos después estaban despegando y luego en el aire. Lahel tenía un vago recuerdo de tal sensación en su cuerpo, sólo había salido del país una vez, cuando era aún un niño pequeño, pero algún recuerdo le quedaba.
Miraba por la ventana la tierra ‘haciéndose más pequeña’: autos, casa, personas en sus carreras…
“Suzu, ¿Cuánto tiempo nos tomará en llegar a Rusia?”
La joven estaba leyendo algunos papeles: “Duraremos bastantes horas, porque vamos a hacer una pequeña escala en Canadá y otra en España, así que póngase cómodo, si quiere algo de comer o beber, pídalo con los botones del brazo derecho del sillón” el muchacho vio los controles en una pequeña pantalla táctil que inicialmente había tapado con su brazo.
Tocó la opción de ‘Servicio’, una aeromoza vino a atenderle, y el pidió algo de tomar.
Luego se puso unos audífonos que estaban colgando a un lado del otro brazo del asiento. Afortunadamente en el avión tenía conexión satelital a la red para escuchar la música que quisiera. Así se fueron las primeras horas hasta su escala a Nueva Escocia, en otro aeropuerto privado. A pesar de la época del año, no parecía haber casi nada de nieve. Otras horas luego del segundo despegue, sirvieron el almuerzo en bandejas que se adherían a la silla.
“Suzu ¿puedo preguntarte algo?” dijo de manera casi inaudible cuando comían.
“Pregunte si eso desea”-respondió ella.
“¿Qué hiciste ayer cuando me fui? Digo ¿con los cuerpos y el hombre ese?”
“Utilicé las capas de camuflaje para salir y dejé al hombre paralizado con una dosis alta de tetradotoxina, y los cuerpos estaban a un lado suyo, así que no había forma de que se salvara”
No entendió muy bien, pero asintiendo ligeramente siguió comiendo. Al cabo de otras horas, Girona, en otro aeropuerto privado en España, su penúltima parada. Otra vez podía ver ciudades con poca nieve, sería tal vez que ya casi no nevaba por esos cambios climáticos que la gente llevaba décadas discutiendo.
Al despegar, el muchacho comenzó a dormirse, no comprendía cómo había podido pasar todo ese viaje con alguien sin decirse casi nada. La joven que le acompañaba sólo había pasado leyendo esos papeles que parecían reportes, haciendo algunos apuntes luego en una computadora, casi sin comer ni descansar. Suzu solo había pasado trabajando y no tenía nada más en su mente.
Lahel no pudo aguantar más, y sin darse cuenta cerró los ojos quedando dormido.
Lo siguiente que percibió fue una voz femenina: “…levántese… arse de ropa” Se incorporó, aún con la visión un poco borrosa… Quien le hablaba era Suzu con su inexpresiva mirada:
“Tiene que cambiarse de ropa, ya casi llegamos y no puede bajarse así”
Se frotó los ojos: “¿Qué tiene de malo mi ropa?”
“No es eso, no es adecuada para el clima de Rusia, la que necesita está en el baño de la parte de atrás del jet”
Se levantó ante la petición, un poco mareado, la oscuridad cubría el horizonte, no sabía qué hora era. Fue a la parte de atrás y una puerta automática se abrió a un cuarto de tamaño mediano con un baño completo, un espejo y el lavatorio, además de otro de los típicos trajes enteros colgado en la pared junto con una bolsa, presionó el botón para asegurar la puerta y tomó la vestimenta para cambiarse de ropa. Detrás del traje había una gabardina negra de tela muy gruesa, parecía que también era para el por el frió de Rusia por esas épocas. Se cambió y la gabardina solo se la llevó a su asiento. La piloto anunció la pronta llegada y ambos jóvenes se pusieron el cinturón.
Pudo ver el aterrizaje y minutos luego estaban ya en tierra. Sólo esperaron a que las turbinas se detuvieran del todo.
Se puso su gabardina completamente cerrada, y Suzu se colocó un abrigo que combinaba con su vestimenta. La aeromoza abrió la puerta e hizo descender las escaleras. Suzu fue la primera en salir, seguida del muchacho que sintió de golpe el cambio de temperaturas y le produjo un escalofrío.
Mientras bajaban una voz masculina se escuchó en aquella oscuridad:
“¡ALTO! ¡De rodillas y manos sobre la nuca!” pronunciaba de manera extraña.
Al principio el joven se sobre saltó, pero luego exclamó con hartazgo:
“¡De nuevo esto! ¡¿Como nos reciben así?!”
Se escucharon sonidos de pasos y de armas siendo cargadas.
Suzu respondió: “Es mejor que hagamos caso, debe ser un malentendido”
El joven le miró evidenciando repulsión por lo que había dicho, pero ambos se arrodillaron.
Unos hombres uniformados se acercaron apuntando con ametralladoras tanto al joven como a su joven guardaespaldas.
Era algo de que hubiera dado pánico a cualquiera, pero Lahel ya no sentía casi nada más que unos cuantos nervios, rabia y el frío de esa noche, y Suzu… a ella parecía no importarle del todo estar siendo apuntada con metralletas.
(COntinuará, 4 post antes del final de la 2da temporada!!)

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