Preparando el viaje: irse en paz es una necesidad

miércoles, 3 de febrero de 2010

Otra vez la típica resignación: al fin había aceptado la descabellada idea de ser un líder.
Muy en el fondo quería ser una especie de héroe ¿quién no?, pero no sabía cómo ser alguien bueno o digno del puesto.
En fin… ahora debía volver a su casa y ver la forma de decirles a sus padres que se iría nada menos que a Rusia.
“Adiós André, creo que es mejor que me vaya para ver cómo hago para irme en paz con Suzu”
“Bien, Señor Lahel- el hombre había estado esperando comprensivamente que Lahel saliera de su pequeño monólogo mental- suerte con este asunto, yo debo seguir con la evacuación, por favor tenga cuidado” Sonreía.
“¿Cómo puede estar tan tranquilo?” se preguntaba, pero sin más que levantar la mano en señal de despedida se devolvió a su casa, siguiendo los miles de procedimientos que ya estaban grabados más que bien en su memoria.
Mientras hacía todo esto, primero para salir a la superficie y luego para regresar de la mansión a su casa, pensaba el porqué del desalojo del Valhalla, no le parecía necesario. Pero sonaba en cierta forma lógico, necesitaban todos los recursos, a pesar de que ahí era un centro de investigación principalmente, pero ‘allá Lucio con sus enredos’, pensó.
Llegado a su casa, se preguntó, al entrar por el portón por qué nunca había hablado más que un seco ‘hola’ con el hombre de la entrada, su madre y padre si le hablaban más, pero, a pesar de esto, le saludó como siempre y fue directo a buscar a su madre.
Al entrar en la casa, vio que Suzu ya se había ido, y era obvio, había pasado varias horas, quizá.
Su madre ahora estaba atareada con el almuerzo, como siempre, si el no estaba para ayudar, sus hermanos y padre se harían los de la vista gorda.
Saludó, se puso a ayudarle con alguna cosa, mientras comenzó a tratar de introducir el tema:
“Ey, ¿a qué hora se fue la muchacha esa, Suzu?”
“Como una hora después de que vos te fueras, parecía con prisa, por lo que solo pudimos hablar un ratito”
“Ya veo…” le remordía un poco la conciencia su actitud de la mañana para con ella. Continuó:
“Ma, ahora que andaba en la casa de don Lucio… me ofrecieron una oportunidad de irme fuera del país a una experiencia de trabajo con todo pago- fue lo mejor que se ocurrió decir- porque me ha ido bien con el trabajo donde don Lucio, entonces quieren que vaya un mes…”
Su madre parecía muy seria al oír tales palabras.
“¿Y a donde es?” dijo con la misma seriedad que denotaba su expresión.
“Ah, es a Rusia…”
“¡Oh por Dios! ¿Tiene que ser tan largo?” replicó ahora preocupada.
“Es que ahí es donde tienen como una convención con seminarios y no sé qué y como yo manejo bien los idiomas, don Lucio mandó a decir que si podía acompañar a uno de los que trabajan para él, para que le ayude como traductor”
La madre, levantando una ceja, le miró: “¿Y no pueden contratar a un traductor profesional?”
Lahel se sintió un poco decepcionado de que su madre no valorara su capacidad, aunque fuera una mentira: “Ehhm, es que don Lucio me tiene más confianza a mi que a otra persona que pueda contratar por fuera, además, yo quiero ir a visitar Rusia, es una oportunidad bonita- ‘¡si claro!’ pensaba sarcásticamente- visitar un lugar tan lejano”
“Bueno, en eso de lo oportunidad si tenés razón- seguía sin gustarle al idea, pero ahora al menos veía que era más como un regalo, algún tipo de experiencia para Lahel, para que sacara provecho de su vida. Ella, sentía, no debía entrometerse en ello- ¿Te van a pagar me imagino? ¿Y qué día te irías?”
Esa era una muy buena pregunta.
“Bueno-respondió- creo que es este fin de semana, parece que es algo que surgió muy rápido, y por lo de la plata, si me van a dar algo, pero con solo el pasaje de avión y los gastos personales, es más que suficiente, creo”
Su madre rió: “Bueno así sí, solo que ahora tenés que decir le a tu papá, por que como dijiste, es un mes, para ver que le parece.”
Esto fue como un balde de agua fría en la espalda: inesperado y molesto. Su madre siguió en las labores, sabía bien que aunque su padre y el no se llevaran, un hijo debe siempre respetar la autoridad de ambos padres; eso era lo que ella pensaba; Lahel odiaba tal cosa, de hecho, en ese mismo instante le daba vueltas al por qué pedir permiso, si el era más que autosuficiente, pero todo era porque la traba era su padre.
Terminaron de alistar las cosas para el almuerzo, y terminando a su vez de servir la mesa, llamaron a todos a comer.
Lahel no quiso esperar más, y una vez que todos estaban sentados y preparándose para comenzar a comer, dijo:
“Tengo algo que contarles, me ofrecieron ir un mes a Rusia para ser traductor de un empleado de don Lucio y me iría el sábado en la pura mañana”
El hermano menor de Lahel, Ismael, se adelantó a los demás:
“¿Quién es don Lucio?”
Su madre respondió:
“Es el amigo de nosotros de cuando éramos pequeños; que nos regaló la casa y el carro, y es el señor para el que trabaja Lahel”
El niño asintió, mientras Jehiel, su otro hermano replicó:
“¡Ismael, usted si que es tonto! Ya habíamos hablado de eso”
“Bueno, bueno, ya- les calló su padre- ¿y por que yo no sabía nada del asunto?”
“No, es que hasta hoy me lo ofrecieron y acepté, pero es con todos los gastos pagos, incluyendo gastos personales, así que no necesito dinero”-el joven respondió sin emoción alguna.
“Di, pues si su mamá está de acuerdo, entonces prepárese bien con todo lo que necesite, para que no se le olvide nada y no gaste dinero innecesariamente” Su padre continuó comiendo.
El asunto había muerto ahí, ya ahora solo tendría que ponerse de acuerdo con Suzu, esperando que toda su mentira se ajustara a lo que en verdad pasaría, con tal de no levantar sospechas.
Luego de este almuerzo, subió a su cuarto, cerró la puerta y llamó a André, preguntando por la forma de contactar a Suzu, este le dio un número, al cual llamó:
“¿Moshi moshi?”-respondió una voz femenina.
El muchacho sabía algo de ese lenguaje, así que de inmediato supo que era a quien buscaba.
“Suzu, soy yo, Lahel”
“Ah, bien… ¿qué quiere?”
En ese momento pensó: ‘¡Dios! ¿por qué esta mujer sigue siendo tan cruel conmigo?, ¡¿Qué le hice?!’, pero dejando esto atrás, dijo:
“Te llamo por que ya lo pensé bien y fui muy injusto con vos en la mañana y además impulsivo y todo, pero ya aclaré mis ideas y sólo quería saber cuándo y cómo nos vamos a Rusia…”
“Eh, el vuelo puede programarse para cualquier día, porque es en un avión privado, y los documentos necesarios ya están listos-su tono de voz ahora era más calmado y menos cortante que al principio- lo único que necesitaría son algunas cosas personales que crea necesarias, porque incluso allá se pueden hacer compras con un fondo que don Lucio abrió recientemente moviendo algunas influencias, y yo tengo la tarjeta de crédito”
“Yo les dije a mis papás que me iba el sábado, así que si fuera posible que alguien viniera a recogerme…”
“Espere un momento” le interrumpió la joven, parecía estar haciendo algo- ya. Avisé al vuelo que salimos a las 11 a.m. y el auto pasaría por usted antes de las 10 de la mañana”
Lahel pensaba lo eficiente que era, en el sentido de que no parecía invertir tiempo en nada que no fuera de trabajo: “OK… entonces hasta el sábado” esta vez el joven sonó más simpático, la joven no le desagradaba, pero esta noticia le había hecho saltar su impulsividad y tratarla mal.
“Bueno. Buenas noches”- así con su típica frialdad, finalizó ella la llamada.
El muchacho, aún con el teléfono celular en el oído, suspiró. En cierta forma ella tenía toda la razón para seguir enojada, y era su culpa por enojarse con alguien que no lo merecía.
Alguien tocó la puerta, así que el joven fue a abrirla. Era su hermano menor:
“Ehm, ¿‘Ii’ a donde es que vas a ir?
Lahel le pidió que pasara y se sentara en la silla de su escritorio, que estaba cerca a su cama, y el por su parte se sentó en el borde de la misma, sonreía:
“Oh Is, no me digás que no querés que me vaya”
“No no es eso, es que quiero saber si vás a volver” Lahel sintió un escalofrío.
“Pues… si, si voy a volver, solo es por un rato, pero ustedes se quedan aquí tranquilos, lo mío es trabajo y en vacaciones”
“Ah ya veo, eso era”- el niño se puso de pie y se fue a la sala del televisor, mientras el muchacho reía de la simplicidad de su hermano, pero a la vez estaba un poco conmocionado por que ni el mismo sabía la respuesta real a si volvería.
Era la tarde pero el sol estaba en todo su esplendor, algo bonito a pesar del calor, el miraba por la ventana apoyando en alto su brazo izquierdo contra el marco.
Al instante entró su hermano del medio, parecía como el cuento de navidad en el que fantasmas veían a visitar al protagonista uno detrás del otro.
“Lahel, ¿el viernes podrías acompañarme a hacer las vueltas de la universidad?
“No sé por qué me lo pedís desde hoy, pero sí, está bien”
Igualmente se fue, luego de asentir con la cabeza.
El resto del día e joven se lo tomó para descansar, y así todos los demás días hasta el viernes, por ahí hacia alguno de sus pasatiempos artísticos, o preparaba algunas cosas para el viaje. Al final tuvo una sola maleta mediana con algunas ropas. Había aprovechado también para pasar tiempo con los suyos, jugando videojuegos o viendo series con sus hermanos, incluso habían aprovechado un día para ir a comer en familia a un restaurante rústico, pero no quiso que dijeran a nadie más de la familia que se iría.
Era viernes, ambos, él y su hermano se levantaron muy temprano para ir a la universidad a hacer los trámites. Se bañaron y desayunaron en silencio, ya que los demás aún dormían.
Por suerte la universidad quedaba perfectamente cerca como para ir caminando.
Salieron utilizando, su hermano una chaqueta larga, casi gabardina y el su jacket y bufanda, por el frío de lo que muchas personas llamarían en broma ‘6 y media de la madrugada’.
La luz matinal parecía comenzar a calentar, pero era más el frío, típico de un día ventoso de enero.
La fila era de unas veinte personas, todas alineadas junto a la pared de un edificio de concreto que parecía ser un auditorio donde recibirían las solicitudes de admisión. Un pequeño camino pegado a esta pared daba una especie de pauta para la alineación de las personas, aunque los encargados aún estaban todos adentro del edificio a puerta cerrada, tal vez alistando las cosas.
“Voy a sentarme por ahí mientras vos hacés fila” -le dijo Lahel a su hermano.
Jehiel asintió, serio como era su costumbre. Lahel se sentó en una piedra que sobresalía en una pequeña zona verde que había al lado de aquella fachada del edificio, no le importaba ensuciarse, lo que menos le importaba en la vida, a pesar de tratar de vestirse bien, era la ropa.
Luego de un rato abrieron las puertas del lugar y comenzaron a dejar entrar personas, el muchacho le hizo una seña a su hermano para que entrara y él le esperaría afuera. Lentamente, la fila fue metiéndose, a la vez que varias personas más llagaban, a pesar de que ni siquiera eran las 7 de la mañana. El trámite parecía sr algo rápido, pero mirando hacia un lado, le pareció ver a Suzu caminando hacia alguno de los edificios de su derecha, que eran administrativos, pero había algunas plantas que no lo dejaban ver muy bien.
Lo pensó mucho para seguirla, verla no podía ser una buena señal, pero al final decidió ir. Se levantó y escuchó algo que calló en el piso cerca suyo, pero al voltear no vio nada.
Caminó siguiendo un sendero de cemento desde el auditorio hasta la entrada del edificio administrativo, la vio entrar en el y subir unas poco transitadas escaleras.
Siguiéndola silenciosamente por esos escalones con casi nada de iluminación y faltos de ventanas, llegó hasta el último piso del edificio.
La puerta estaba entreabierta, por lo que con el mismo cuidado la abrió, por alguna razón se sentía nervioso.
Escuchó algún ruido, como gente discutiendo, así que la abrió rápida pero sigilosamente para ver a Suzu en frente a un tipo en traje entero con su mano metida en el saco. Suzu corría hacia él, mientras el hombre sacaba un arma con intención de dispararle a la joven.
Lahel iba a hacer algo, inhaló con fuerza y corrió a su vez hacia el hombre de manera impulsiva.

(CONTINUARÁ...)

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