El destino pone las cartas, uno las juega, pero como sea, el papel que se juega siempre es principal en este obra

miércoles, 27 de enero de 2010

Lahel sintió un ligero vacío en el estómago:
“¡No me digás que ahora alguna otra tontera va a suceder!”- no sabía ni el para qué preguntaba, pues ya sabía o la menos ya intuía la respuesta que Suzu le daría.
“No va a suceder, ya está sucediendo. Al darse la orden de ejecución de la fase final del proyecto ‘Eden’ la Familia se a comenzado a mover para cumplir los requisitos- parecía entonces que la Familia utilizaría el Eden como fortaleza, según André había dicho-además de dar marcha a el ‘plan Caesar’ para atacar las Familias enemigas desde adentro y debilitarlas, además de romper alianzas, al como una ‘contra-conspiración’- Lahel guardaba silencio- Seguramente lo que usted quiere saber es que tiene que ver usted en esto…” el joven no dijo nada, solo comía calladamente.
Suzu bebió un poco del té que la madre del joven le preparara y continuó:
“Lo que pasa es que no va a transcurrir mucho tiempo antes que los enemigos ataquen, por lo que va a tener que irse conmigo a trabajar por un tiempo a Russia”
El muchacho comenzó atragantarse, odiaba que le dieran este tipo de noticias cuando estaba comiendo o sin que le avisaran. Aún tosiendo y a grandes esfuerzos dijo:
“¡¿CON QUÉ PROPÓSITO?!” -¿Cómo no lo había pensado? A eso se refería el señor Smith cuando habló de las ‘influencias’ que él tenía en Rusia y Japón, no recordaba siquiera qué le había pasado por la mente el día anterior: tal vez que los nuevos 12 vendrían y desde allí harían planes, o que solo se reunirían por video-conferencia y ya… quien sabe, pero se sentía realmente tonto por no haber visto venir esta nueva situación tan incómoda.
Suzu le indicó con un gesto que bajara la voz, con su típica expresión fría y severa:
“Si ahora que las familias se van a comenzara atacar entre sí usted piensa quedarse, lo único que va a lograr es que tarde o temprano lleguen a usted por su familia y no solo usted si no ellos tendrán que sufrir- Lahel miró a un lado, con cierto desprecio- ahora que nadie sabe nada de usted y su familia ha sido reubicada para mayor protección, por ellos y por el bien de la Familia y las naciones en general, es mejor que se aísle.”
Ahora si estaba harto de todo ¿por qué tenía que hacer esa clase de acciones por un futuro que el no eligió del todo y tanto riesgo por problemas familiares y sueños de un tipo que si acaso apenas conocía?
A penas y podía controlarse, por lo que terminó de comer, subió a su cuarto ante la mirada crítica pero desinteresada a la vez de aquella joven. Alistó algunas cosas, se despidió de sus hermanos. Al bajar se despidió de su madre, esta le preguntó que adonde iba, a lo que cortantemente le respondió que tenía que ir a hacer algunas vueltas del trabajo donde Lucio, lo cual por supuesto era mentira.
“¿Te despediste de Suzu?”-dijo su madre justo cuando el joven cruzaba la sala en la que aún estaba la joven sentada, de espaldas a la mirada del muchacho. Se detuvo por un segundo, la miró fugazmente y respondió con un ‘sí’ frio, mientras seguía su camino hacia afuera.
Su padre no lo escuchó irse por estar utilizando una aspiradora en el interior de uno de los autos. Salió y sin saber a dónde dirigirse, caminó.
Inconscientemente, sumido en sus pensamientos de ira más o menos justificada, y luego de varios minutos, llegó al parque cercano a la universidad que tanto detestaba. No había sido capaz de darse cuenta tan siquiera que se dirigía allí.
“Maldita sea… de todos los lugares vine a dar a este asqueroso lugar”-pensaba para sí. Suspiró profundamente, permitiéndose descansar sobre la banca en la que originalmente se encontró con un Lucio desangrándose. Por supuesto era de día y las imágenes en su cabeza parecían ser muy lejanas a la realidad de un lugar iluminado y, por las vacaciones, poco transitado.
Se sentó, con la cabeza entre las manos, no sabía qué hacer mientras miles de preguntas e inconsistencias se mezclaban en su cabeza: ¿cuándo se iría? ¿Cómo? ¿A dónde?... pero si se iba, pero si no se iba…
Recordó que tenía algo de dinero, por lo que fue a un lugar que a pesar de ser tan temprano en la mañana ya habrían abierto, quería un batido por que la menos eso lo hacía feliz en un rato que nada de bueno tenía para él. Fue, lo compró y volvió a sentarse en la banca.

Aún pensando, apareció un anciano que con su lento andar se acercó al joven.
“Puedo sentarme aquí, es mientras espero un taxi”-dijo el hombre. El muchacho no gustaba mucho de la presencia de los adultos mayores, sentía que lo único que querían era hablar por hablar y la mayoría de las veces no decían nada interesante; esto multiplicado por su enojo.
Otro suspiro aún más profundo, para evitar soltar su ‘demonio interno’ (como solía decir en broma) con alguien que no se lo merecía.
“Si claro”-respondió sin más.
El hombre se sentó, y justo como el muchacho se temía, comenzó a tratar de sacarle conversación, mientras el sorbía su batido.
“Hace un día lindo hoy ¿verdad?”
Lahel respondió con un ‘hmph’, y un intento de sonrisa, sin dejar de beber su batido.
El hombre comenzó a decir algo más, pero el muchacho, un poco distraído, como estaba ese día, vio que de hecho era un día bonito, a pesar del ‘mal trago’ del desayuno.
“…me explico?”.terminó de decir el anciano.
“¿Ah?- dijo el joven- señor, disculpe, no le puse atención”
“Je, je, je, no importa, parece que anda un poco en la luna muchacho- ‘señor eso no le importa’ pensó el muchacho- ¿de casualidad hay alguna mujer metida en ese asunto?”
Al muchacho le hizo gracia el comentario:
“No para nada- aunque si se podía contar a Suzu como la causa del problema- son otras cosas”
“Mmmm, es algo más serio entonces- el abuelo sonreía, mientras veía hacia el cielo- diay a veces las personas tenemos que hacer cosas que no nos gustan, con tal de salir adelante”
Parecía que el hombre sabía de lo que hablaba ¿sería una especie de mensajero divino?... No, era solo un anciano, uno que como a todos, le gustaba hablar.
Al ver la cara de seriedad del muchacho el anciano terminó diciendo:
“Yo siempre he dicho que no todos escogemos lo que queremos de la vida, pero a veces hay que aceptar las cosas como se nos dieron y dar lo mejor que tenemos, ese puede ser entonces el mejor de los destinos”
El joven sorbía su refresco, mirando hacia la calle. El viejo tenía razón, pero ¿a qué costos sería el mejor de los destinos?
“Mirá, ahí viene un taxi -el anciano hizo una seña al taxista, que se detuvo- Un gusto y hasta luego muchacho, un placer hablar con usted y recuerde, uno es más grande que uno mismo” El hombre tenía una cálida sonrisa, mientras un poco lento, se acercaba y subía en el taxi. Lahel se despidió moviendo la mano. Era como cualquier anciano, pensaba el joven con humor; siempre hablan y hablan, al final dicen que estuvo bonita la conversación y fueron ellos los únicos que hablaron, pero ya no importaba. Además que la última frase le dejó bastante pensativo, parecía no tener sentido, pero algo le habría querido decir con eso aquel hombre mayor.
Ahora, el taxi alejándose por entre el laberinto de calles de esa ciudad; él quedaba sólo otra vez, consigo mismo y sus pensamientos. Parecía que su enojo se había cambiado por lo que originalmente era: un sentimiento aplastante de frustración, que había querido tal vez inconscientemente disimular con gritos y cólera.
Por más que no le gustara que un anciano le hablara, y menos con su problema encima, el hombre aquel había llegado a un punto interesante, sin saber nada de su situación, lo únoc raro fue esa última parte.
No quería aceptar ninguna otra responsabilidad, de por sí ya estaba harto de tener que ir a la universidad y perder tiempo que podría invertir en alguna de sus aficiones o simplemente en un día tranquilo, viendo las horas pasar. Y sí: de la universidad recibía más conocimientos y amigos, pero eso no era tan horriblemente aburrido como lo que ahora le pedían por el bien de su familia y de la Familia, cosas que el no había querido obtener, a diferencia de la carrera que cursaba.
Y si: esta nueva vida le había traído cosas buenas: una casa lujosa, dinero, poder, incluso amigos tal vez, cosas que había deseado desde hace miles de años, pero quién sabía cuántas cosas más tendría que ir sacrificando a cambio de tantas estupideces, insignificantes ahora frente los sacrificios.

Terminó su batido y con él su rato de meditación profunda, en aquel lugar que aborrecía, en ese parque escaso de vida, tanto humana como vegetal, y mucho menos animal.
Fue de regreso a la casa de Lucio, quería ver un momento a André ¿Para qué?, ni el mismo sabía: ¿reclamarle? ¿discutir?, quien sabe.
Recorrió el acostumbrado camino hasta la casa de Lucio, que con la misma faz de siempre se erguía bajo la luz de la mañana.
Hoy habían unas personas en la entrada, que al verle le abrieron los portones, hombres de traje entero y uno de esos audífonos diminutos en el oído.
“Buenos días Señor Lahel”-dijeron los hombres, mientras el muchacho caminaba pasando el portón. Había otros más, entre hombres y mujeres, a la puerta de la casa y en la sala.
Una de las personas en traje entero de la sala se acercó y le dijo:
“Señor Lahel, si busca al señor André, está ‘abajo’, organizando algunas cosas”
El asintió, dirigiéndose hacia los estantes con libros, para acceder al Valhalla, repitió los acostumbrados procesos para llegar a la sala de computadoras en el jardín subterráneo.
André, junto con las otras personas, estaban monitoreando todos los movimientos del complejo.
Al acercarse, André le notó y con su acento y sonrisa habituales dijo:
“¡Señor Lahel! ¿Cómo se encuentra hoy?”
El joven no quería ser grosero con André, pero no se sentía en paz consigo mismo no aún.
“Más o menos… hoy Suzu llegó a la casa, a decirme que tengo que irme con ella a Rusia, para despistar a las otras Familias…”
André se puso un poco más serio- “Si. Suzu llegó ayer bien entrada la noche y me informó del asunto, parece que al menos la situación es estable en Japón. Aparte, creo que eso ya se veía venir desde la reunión con los 12, necesitamos que usted esté en la mejor posición, porque ahora es el más vulnerable”
‘Siempre yo, el más vulnerable, como el inútil…’ pensaba para sí mismo, entonces le surgió una duda:
“André -dijo- ¿por qué si siempre soy el más vulnerable y el blanco de los ataques y demás, siempre parece que quieren saber mi opinión y me involucran en todo?”
André sonrió como cuando un adulto le explica a un niño algo que para el mayor es lo más claro del mundo:
“Señor Lahel, aunque nosotros somos los famosos ‘12’, no somos don Lucio, el es nuestro líder y aunque usted no es el, él le confió todo su legado a usted. Nunca se dé por menos, pues ahora usted va a ser el Jefe, y nadie da valor a alguien que no se da el valor que merece. Además, tal vez hay algunos que no estén muy de acuerdo con darle responsabilidades a usted y al parecer usted tampoco está muy de acuerdo- Lahel rió por la ironía- pero las circunstancias exigen que usted sea un líder, y como dicen por ahí que uno tiene que hacer lo mejor que pueda con lo que la vida le da, además recuerde que no está solo”
Lahel frunció el ceño, era más o menos lo que el anciano dijo, pero se contentó repitiéndose a sí mismo que solo era un típico anciano hablador. A pesar de las palabras de André, no entendía por qué tendría el que ser el líder, pero sabía bien que solo estaba tratando, con este tipo de pensamientos, de negar la obvia verdad: el era quien era, y como fuese, ahora era un líder y tenía que hacer lo que un líder se supone que haga, pero por Dios que prefería estar muerto.
“André- dijo en voz baja y algo pausado- ¿qué están haciendo aquí?”- prefirió dejar el tema a un lado, al menos por el momento, sentía que ya era demasiada su necedad.
“Eso es más sencillo de explicar. Estamos desalojando el Valhalla”
“¿Y eso por qué?” replicó el joven.
“Es parte del proyecto Eden, las personas del complejo tienen la opción de retirarse a sus casas o a algún lugar que les parezca seguro, participar en los operativos del plan Caesar, o trasladarse al Eden, pero sea lo que sea que escojan deben abandonar este complejo, ya que luego de la evacuación se va a sellar el complejo indefinidamente, y todos los sistemas y recursos que sean posibles de trasladar, se van a mover al Eden, en otras palabras no va a quedar nada aquí”
André señalaba hacia la pantalla del lugar, donde las imágenes de las distintas áreas mostraban gente empacando, vehículos transportando cajas y materiales, máquinas, otras personas siendo trasladadas por túneles y trenes de salida, y todo esto coordinado por las personas en los controles.
“Ya veo…” parecía pues que no solo el tendría que dejar su hogar, sino que muchas otras personas tendrían un destino parecido, pensaba entonces, en el fondo, que quizás estaba siendo muy egoísta y pensando sólo en él y sus sueños y deseos, pero aún así, enfrentar estas cosa solo, como se sentía, sería muy duro, pero si no lo hacía el, ¿quién lo haría?
Fue ahí donde comprendió las palabras finales del anciano, cual ‘corto’ de una película recordó el preciso momento donde el hombre se alejaba y decía ‘…uno es más grande que uno mismo’: uno representa para el mundo cosas más grandes que los propios simples deseos, acciones y pensamientos; aunque uno no lo crea, uno es más importante para los demás de lo que uno cree…

(Continuará!!!: ¡20 POSTS!!!!!!!!!!!)

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