Darse el tiempo para saborear la vida: el pasado está tan presente como el hoy

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Se puso las manos tras de la cabeza, como aquella persona le ordenaba. Recordó súbitamente que una joven le acompañaba, por lo que dijo un poco agitado:

“¡No importa lo que me hagan, sólo dejen que la muchacha se vaya!” A pesar de estar en aquella situación tan tensa, recordó que esta era una frase “cliché”, pensó que era algo patético de su parte tal cosa.

“¡Cállese, idiota!” dijo aquella persona, propinándole un golpe con el revés del arma en el estómago.

El muchacho calló en el suelo por el dolor que le causaba tal golpe.

Al ver esto la joven que se encontraba detrás de Lahel se puso entre él y aquella persona y con una expresión de enojo dijo algo en un idioma del que no entendió una palabra, parecía una especie de ruso o algo parecido. La persona armada que parecía ser una mujer contestó con un tono molesto a su vez, pero fue detenida por otro comentario de la joven.

La mujer armada se quitó el pasa-montañas, era una mujer de edad media, rubia de cabello largo, piel clara y ojos celestes. Volviéndose al resto de las personas que estaban armadas gritó algo y todos reaccionaron agrupándose tranquilamente, bajando la guardia.

La joven se volvió hacia Lahel y extendiéndole la mano, le ayudó a levantarse.

“Perdón por la actitud de esta mujer. Creyó que me ibas a hacer algún daño, y es que me les perdí para ver el terreno por mi misma y se alteraron un poco al no encontrarme” La joven tenía un poco de acento por aquel lenguaje que era capaz de hablar.

El muchacho, aún con cierta molestia se incorporó aún con la mano en el estómago.

“Di jajaja, errores son errores”-dijo con cierto sarcasmo, pero no quería hacer más grande el problema.

“Mi nombre es Alina, y esta agresiva es Natasha, una de mis guardaespaldas, un poco impulsiva como podés ver”-dijo la joven. La otra mujer, volvió el rostro ante este comentario, estaba un poco molesta.

Lahel comenzó a recordar que Lucio esperaba visitas, tal vez sería aquella muchacha, pero le parecía demasiado joven como para estar involucrada en algo así. Aún así pensaba en sí mismo, que no estaba muy lejos de tal situación. Sonriendo dijo:

“Mucho gusto, yo soy Lahel” Ante este comentario, Natasha volteó a verlo, y Alina, con una voz un poco temblorosa dijo:

“¿Lahel? ¿El sucesor de don Lucio?”

“Di pues al menos eso es lo que Lucio dijo ayer…”-al joven le daba un poco de gracia saber lo rápido que parecía haberse extendido la noticia.

Alina se volvió hacia Natasha con una expresión de enojo, gritándole alguna cosa en su lengua nativa, a lo que la mujer respondió algo suavemente y dirigiéndose al muchacho dijo:

“Lo siento mucho…pero usted se lo buscó”. Ante tal comentario Alina volvió a decirle algo de manera un poco fuerte y volviéndose hacia Lahel con una sonrisa dijo:

“No le hagás caso por favor, es una grosera agresiva. Por favor guiame de regreso a la casa de Lucio”

El joven asintió con la cabeza. Natasha fue un momento hasta donde estaban las demás personas armadas, parecía que les dijo algo y luego puso su arma en el suelo y se quitó el traje negro estilo militar que tenía puesto, para dejar al descubierto un vestido largo y negro que llevaba puesto por debajo de su primer traje; se devolvió hasta donde estaban los jóvenes. Juntos, Lahel, Alina y Natasha caminaron hasta salir de aquella arboleda. El joven pensaba en el cambia tan radical de ropa que había tenido Natasha, pero recordaba el dicho aquel de que ‘aunque la mona se vista de seda…’; reía un poco.

En el claro Lucio esperaba de pie, con su típico traje entero negro y André a su lado, no había nadie más en la explanada.

Lucio caminó hacia ellos y con los brazos abiertos dijo:

“¡Bienvenida señorita Alina! Le esperábamos por el frente de la casa, y no por detrás” Alina tuvo una reacción un poco nerviosa: “Ehh, si es que… quise ver por mi misma los alrededores, pero mis guardaespaldas pensaron cosas que no eran”

Lucio mantenía su sonrisa: “Pues bueno-dijo-dejemos esta malentendido atrás y vamos por una taza de té a la glorieta”

André hizo uno de sus típicos gestos con la mano, para indicar el camino a las dos mujeres, que, acompañándolo se adelantaron un poco. Natasha parecía guardar cierto recelo y parecía estar como alerta a cualquier cosa que pudiese suceder.

Lucio y Lahel caminaban juntos.

“Don Lucio, perdón por haberme ido solo a ver qué pasaba pero… ¿por qué ninguno de su gente fue a ver qué pasaba?”

Lucio mantenía la vista al frente, y con una sonrisa respondió: “¿Quién dice que nadie fue para allá?”

El joven sintió un escalofrío, parecía que Lucio hablaba más que en serio.

“Que no hayás visto a nadie-continuó- no quiere decir que no estuviesen, además el terreno tiene cámaras y alguna que otra defensa escondida, pero con la gente basta”

Lahel, con ese comentario comprendió que por eso, al salir de entre los árboles no había nadie armado ni nada; Lucio ya lo había visto todo y todo parecía tenerlo bajo control. Esto le causaba cierta incomodidad al muchacho. Se detuvo un instante, preso de aquellos pensamientos, pero Lucio, volviéndose hacia él, a pesar de que ya iba un poco más adelantado que el joven, le dijo:

“Apurate, que hay una reunión pendiente y no hay que hacer esperar a las personas”

Lahel cayó nuevamente en la realidad, y corrió un poco para alcanzar a Lucio que caminaba muy rápido.

Al llegar a la glorieta, el mayordomo de la limonada estaba ahí de pie, frente a la mesa y todo estaba servido en la mesa nuevamente: una tetera, algunas galletas en un platón de varios niveles, varios trozos de queque de fresa y las tazas de porcelana completamente blancas, una azucarera, la cucharas que parecían de plata…siempre todo se convertía en un lujo, hasta el más mínimo detalle.

Se sentaron todos a la mesa. Lahel al lado de Lucio y Alina, mientras que André y Natasha se encontraban una al lado del otro, y al lado de sus respectivos jefes.

“El asunto que nos ocupa es simple-dijo Lucio sirviendo las tazas de té de cada uno de los presentes- nuestra Familia quiere formar una alianza con la suya para tener influencias en su país, y combatir a las Familias más peligrosas”

“Don Lucio-dijo Alina, mientras echaba un poco de azúcar en su taza-, pues la verdad estamos muy interesados en su propuesta, pero quisiéramos saber cuál es el beneficio para nosotros”

“Di lo principal es que les ayudaríamos a surgir como Familia, de acuerdo a los estándares del Reglamento bajo el que nos regimos, y con el trabajo mutuo nos beneficiamos todos. Ustedes mejor que nadie saben las actividades de las otras Familias de su país…”-Lucio parecía algo molesto al decir esto último.

Lahel solo comía un poco de todo, al igual que Natasha y André; le admiraba el hecho de que Alina pudiera debatir con Lucio como una verdadera líder, buscando lo mejor para las dos partes.

“Di pues me parece… digamos que sí a este negocio, pero aún debemos hablar algunos puntos que creo que hay que aclarar” Alina comenzó a debatir uno que otro punto con Lucio, y entre uno que otro punto Lucio le tomaba el parecer a Lahel, que un poco nervioso emitía su criterio. Así se fue el rato y una vez que hubieron terminado aquella negociación, comenzaron a hablar un poco de Lahel.

“Don Lucio, no esperaba que su sucesor fuera joven, pensé que sería alguno de sus hombres más experimentados”-comentó Alina en un tono algo sospechoso.

Lucio comenzó a reírse a carcajadas.

“¡Claro que no es el más experimentado en este negocio, pero no hay que juzgar por las apariencias!”-dijo Lucio, mientras le movía el pelo a Lahel con la mano para molestarlo.

“¡Ey! ¡¿Qué quiso decir con eso?!”-dijo el joven, mientras se quitaba la mano de Lucio de encima. André y Alina se unieron a la risa de Lucio, mientras que Natasha solo movía un poco los ojos, como observando al situación, mientras bebía su té.

“Bueno-dijo Lucio retomando un poco su actitud seria- para celebrar el trabajo conjunto entre las dos Familias, me gustaría celebrarlo con algo especial”

“¿Y eso sería?...”-preguntó Natasha sospechando un poco de aquel comentario.

Lucio, con serenidad tomó su taza de té entre las manos y bebiendo un sorbo suspiro, para luego decir:

“Sencillo: una partida de paintball entre Lahel y algunos de los míos y la señorita Alina y algunos de los suyos, aprovechando que hay varia gente presente en mi casa.”

“¡Qué ridiculez!- se volvió hacia Alina- ¡Esto debe ser una treta para deshacerse de nosotros ahora que bajamos la guardia!”

Lahel no estaba muy contento con el comentario de Lucio, se dio cuenta que para eso lo quería en aquella reunión, para usarlo en aquel nuevo juego, pero por su propia seguridad no dijo nada, tal vez incluso se podría divertir con aquella ocurrencia, solo esperaba que fuera nada mas un juego, y no pasara nada malo; mientras tanto siguió bebiendo té.

Pero Alina, tranquilamente dijo algo en su idioma nativo, tal vez callando a Natasha y luego comentó:

“Aceptamos, me imagino el campo de juego va a ser la zona verde que está cerca de esta glorieta, entonces escojo a Natasha y a mi primo Maxim, que está entre el grupo de guardaespaldas del bosque aquel”. Natasha estaba muy molesta, por lo que solo se quedó en silencio, aunque era un poco controladora, sabía que eran las órdenes de su jefa.

“Pues a Lahel yo le escojo a André y a Suzu”

“¿Y quién es esa?”-dijo Lahel un poco extrañado.

Lucio hizo un gesto al mayordomo, que se fue en dirección a la casa.

“Ya vas a ver-respondió el hombre- mientras tanto vamos a la zona verde, donde ya se están acomodando las cosa para el juego” Y diciendo esto se levantó de su asiento. Natasha dijo algo que no se entendía y se fue en dirección a la arboleda, probablemente a llamar al primo de Alina.

Alina y André a su vez se pusieron de pie y junto con Lucio salieron de la glorieta camino a la zona verde. Lahel un poco incomodo, puso su taza en la mesa e incorporándose les siguió.

Algunos de los trabajadores de Lucio, con los que habían estado hace algunas horas, estaban colocando algunos cubos y pirámides inflables que servirían como obstáculos para el juego, además de una malla para mantener el juego en un espacio delimitado.

Había una pequeña mesa cerca del área de juego donde estaba todo el equipo de protección, más las pistolas y las cargas de pintura.

Frente a ella estaban Natasha, ya vestida con el traje de paintball, probando cada pistola para asegurarse que no fueran armas de verdad y un muchacho vestido también con el traje. Era alto parecido a Alina; de pelo castaño y corto, seguramente sería su primo. Mientras Alina, Lucio, André y Lahel se acercaron un poco más a la mesa, una joven salió de aquel cuarto de baños en el que el joven se había duchado. Ya tenía puesta la indumentaria, y llevaba el casco en la mano. Era una mujer joven de ojos cafés y pelo negro, miedo corto y lacio, de rasgos faciales asiáticos.

Se acercó a Lucio y luego de besar el anillo de su mano derecha dijo:

“Don Lucio-pronunciaba con cierto acento- me reporto para el juego”

Lucio, con cierta complacencia dijo: “Bien Suzu ¿Cómo te fue en el viaje?”

“Bien señor, ningún inconveniente. ¿Quién es el objetivo esta vez?”

Lucio puso ambas manos encima de los hombros de Lahel y poniéndoselo al frente a la joven dijo:

“Es el, así que protegelo como lo harías conmigo”. La cara de extrañeza de los dos jóvenes era evidente, parecía que a ninguno de los dos les agradaba tal comentario.

Alina se metió en la conversación diciendo:

“Mucho gusto, soy Alina Agron”

Suzu puso su puño derecho en el pecho y bajo ligeramente la cabeza en señal de respeto.

“¡¿Pero quién es ella?!”-dijo Lahel, molesto aún.

“Es tu nueva guardaespaldas, pero luego hablamos de esto, porque la partida está casi lista para comenzar”-respondió Lucio un poco evasivo.

Alina presentó a Maxim a los demás, que aunque no podía hablar muy bien el idioma de todos, mostraba su respeto a su manera, estrechando la mano de todos, excepto de Suzu, que se mantenía un poco al margen de la situación.

Cuando se lo presentó a Lahel, le estrechó la mano y dijo:

“Buen desempeño en la arboleda, tenés futuro para ser el sucesor de don Lucio”

“Gracias”-dijo el joven, le dolía un poco la mano por la fuerza de Maxim.

Alina, André que se mantenía un poco callado y Lahel se pusieron los trajes y los cascos.

El joven acercándose un momento a Lucio, le preguntó en voz baja:

“¿No cree que es algo un poco… como infantil?”

Lucio sonriéndole contestó:

“¿Y quien define qué es infantil y qué no?”

“No sé, es que me siento como un chiquito jugando con pistolas de juguete”

“¿Nunca has pensado que el alma, siendo inmortal, no tiene edad, por lo que podés ser como un niño y seguir siendo vos? Además; aunque has cambiado un poco desde que “fuiste niño”, seguís siendo ese mismo “niño” ¿O acaso dejaste de ser vos cuando te hiciste mayor?, sos el mismo; entonces… ¿Por qué jugar de “maduro”, si podés divertirte igual por siempre? ¡La juventud eterna está en la cabeza!”

Lucio tenía toda la razón, al menos a criterio del muchacho, que se quedó en blanco al escuchar tales palabras, lo dejó callado.

“¡Ahora vamos a jugar!”-terminó de decir el hombre.

Los trabajadores terminaron de instalar la malla y los dos equipos, pistola en mano se posicionaron en lados opuestos del campo de juego, parecía que ya atardecía un poco.

Lahel estaba un poco nervioso, pero se sentía feliz al participar y asimilar las palabras de Lucio; veía a Suzu, que no mostraba ninguna emoción y a André que parecía muy feliz.

Los trabajadores de Lucio se retiraron del lugar y Lucio, fuera del área de juego y sentado en ua silla que probablemente el mayordomo le había traído; dijo en voz alta:

“¡El que atrapa la bandera primero gana la ronda! ¡Pueden recibir sólo un disparo para salir y dos de tres rondas gana! ¡Que comience el juego!”

(CONTINUARÁ)

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